29 de marzo de 2024 7:39 am
OPINIÓN

Agresiones norcoreanas

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Niels Rosas Valdez

La semana pasada, el régimen de Kim Jong-un lanzó un misil balístico a las cercanías con Japón, lo que causó desesperación, caos y un estado de alerta en los países aliados de Estados Unidos de América (EUA) en el sureste y este asiático. ¿Qué impactos ha generado este movimiento de Corea del Norte y cómo ha respondido la comunidad internacional?

Hace unos días nuestro mundo tembló nuevamente al conocer que la autoridad en Pyongyang había disparado un misil balístico en dirección a Japón. Si bien, el proyectil fue lanzado hacia el mar, el gobierno nipón extremó precauciones, estableciendo un estado de alerta y ordenando a sus ciudadanos a resguardarse en sótanos y evitar permanecer en la superficie.

Lamentablemente, no se trata de la primera vez que esto ocurre. Hace unos años Corea del Norte lo había hecho y causó la misma reacción en Japón y sus aliados. Sin embargo, ahora la situación ha escalado. Corea del Sur, aunque no fue receptora directa de esta agresión, es consciente del problema, pues ha sido receptora de una innumerable cantidad de expresiones violentas de este tipo por parte de su vecino del norte, de tal suerte que ha gestionado una respuesta coordinada con EUA para atender el delicado escenario.

Ésta fue lanzar cuatro misiles – uno de ellos tuvo complicaciones y chocó en las inmediaciones surcoreanas – como parte de ejercicios militares en conjunto de Seúl y Washington. Se podría decir que fue una reacción proporcional, puesto que el régimen de Kim Jong-un desestabilizó la región con ese primer lanzamiento de misil balístico. No obstante, Pyongyang no lo consideró así y disparó otros dos misiles, en esta ocasión, hacia la cercanía de Corea del Sur.

A raíz de esta nueva reacción, la situación ha escalado y ello ha provocado una mayor desestabilización en la región, causando severos problemas nuevamente. Por ejemplo, haber lanzado un misil hacia las inmediaciones de Japón le trae problemas inmediatos al país del este de Asia. En concreto, provoca un estado de alerta que se traduce en caos económico, social, político y militar.

En el primer rubro, varias actividades, sobre todo agropecuarias y de exportaciones, se han detenido, ya que el misil cayó en la zona económica exclusiva japonesa. Desde luego, esto genera un impacto negativo para el país. En la cuestión social, causa preocupación y temor, puesto que un segundo misil podría ser lanzado y caer incluso más cerca que el anterior. Finalmente, la cuestión política y militar se encuentran ligadas. Japón cuenta con el apoyo tanto de EUA como de Corea del Sur, por lo que alberga un respaldo significativo que se traduciría en la asistencia militar si fuese necesario, como fue el caso, aunque podría ir en ascenso si el panorama lo amerita.

Ahora la situación se ha tranquilizado un poco porque no ha habido una reacción subsecuente ordenada por Seúl y Washington, por lo que quizá esto ayude a que de momento no escale a más. Sin embargo, de momento hay muchos problemas que genera este movimiento de Corea del Norte y que trascienden del nivel regional a uno global, causando un mayor grado de caos en la actualidad y añadiendo un obstáculo hacia la comunidad internacional al ya de por sí delicado escenario con la guerra de Rusia y Ucrania.

Además de las cuestiones económicas hacia Japón, el impacto en cuestiones de seguridad es el más severo, pues además de elevar las tensiones en la región, el disparo del misil es al final de cuentas una prueba del programa militar norcoreano y, de acuerdo con Pyongyang, fue una simulación de lo que sería lanzar un arma nuclear, situación que es mucho más preocupante para los países alrededor del mundo. Es claro que Corea del Norte debe abandonar su política coercitiva, pero hasta ahora no ha habido ningún actor que haya logrado negociar exitosamente con Kim Jong-un. Ese es uno de los principales retos de la comunidad internacional y no se ve que pueda ser solventado en el futuro cercano, por lo que la inestabilidad en el este y sureste asiático se estima que continúe agravándose en los siguientes años.

Artículo originalmente publicado en www.lalupa.mx

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