3 de febrero de 2025 7:10 am
OPINIÓN

Elsa Schiaparelli y sus colaboraciones surrealistas

Su vida como diseñadora de moda feminista empezó en una tienda de ropa deportiva llamada Pour le Sport en el número 4 de la rue de la Paix. En ella creó la escandalosa falda pantalón que usó la tenista española Lilí Álvarez en los torneos de Roland Garros y Wimbledon. Es en este momento que se le reconocería como una creadora audaz, dedicada a la comodidad y visibilidad de las mujeres desafiando…

Conoce más sobre la autora

Cecilia González Michalak

No es raro que exista una convergencia entre la moda y el arte debido a la creatividad e imaginación que se necesitan para ambos ámbitos. Elsa Schiaparelli (1890-1973) fue una diseñadora italiana que integró sus gustos y pasiones en cada uno de sus modelos, incluyendo el dadaísmo y el surrealismo.

Schiaparelli nació en Roma dentro de una familia de eruditos. Su padre fue decano de la Universidad de La Sapienza y se le conocía como toda una autoridad en sánscrito; su tío, era un reconocido astrónomo que le enseñó a la pequeña a leer los cielos. Desde niña encontró su voz femenista y tenía ideas muy claras para defender sus ideales. Estudió filosofía y en su tiempo libre escribía poesía erótica, cosa que no gustó a su familia y razón por la que la enviaron a un convento; Schiaparelli inició una huelga de hambre hasta que logró salir.

Después de su breve vida monjil, viaja en 1910 a Londres, donde conocería y se casaría con el conde Wilhelm de Wendt de Kerlor, un reconocido médium. Su matrimonio duró relativamente poco, luego de tener a su hija María Luisa Yvonne Radha, el conde abandonó a su familia para vivir una aventura con la famosa bailarina Isadora Duncan. Schiaparelli decide irse entonces a París, donde conocería un puñado de artistas que le cambiarían la vida. 

Su vida como diseñadora de moda feminista empezó en una tienda de ropa deportiva llamada Pour le Sport en el número 4 de la rue de la Paix. En ella creó la escandalosa falda pantalón que usó la tenista española Lilí Álvarez en los torneos de Roland Garros y Wimbledon. Es en este momento que se le reconocería como una creadora audaz, dedicada a la comodidad y visibilidad de las mujeres desafiando los estándares sociales. 

Lilí Álvarez monstrando su falda pantalón. (Fuente de la imagen: Getty Images en The Amaranta)

Entre 1930 y 1940, el dadaísmo y el surrealismo eran las corrientes artísticas que empezaron a revolucionar al mundo con sus ideas tendiendo hacia lo irracional y lo onírico. Schiaparelli era muy amiga de Gabrièle Picabia, esposa de Francis Picabia, y gracias a este matrimonio tuvo la oportunidad de conocer a personajes como Man Ray, Marcel Duchamp, Edward Steichen, Bebe Bérard, Jean Cocteau, Salvador Dalí, Marcel Vertes, Kees Van Dongen, George Hoyningen-Huene, Horst P. Horst y Cecil Beaton. 

En esa época, el psicoanálisis también estaba de moda. Éste con el surrealismo querían explorar lo que se esconde en el inconsciente, y Elsa Schiaparelli no fue indiferente a todas estas nuevas ideas. Empezó con discretamente con modelos que usaban trompe l’oeil o trampantojos que creaban ilusiones de cosas que realmente no estaban en sus prendas, y siguió con la refutación a la idea freudiana de que los sombreros de las mujeres eran una representación de los genitales masculino creando su propio accesorio cuya apariencia hacía alusión a una vagina.

Suéter con trampantojo de un moño, 1927. (Fuente de la imagen: The Amaranta)
El sombrero en contrarrespuesta a las ideas freudianas, 1938. (Fuente de la imagen: The Amaranta)

Mientras que Coco Chanel la veía como su competencia, toda esta libertad creativa e imaginativa que la impulsaba a diseñar modelos para mujeres empoderadas y con sentido del humor. Schiaparelli ya no quería hacer meros vestidos y venderlos, quería romper barreras. Gracias a su personalidad y diseños, llegó a colaborar con artistas como Dalí y Cocteau para crear obras de arte excepcionales.

Abrigo de noche en colaboración con Jean Cocteau, 1937. (Fuente de las imágenes: Victoria and Albert Museum)

Jean Cocteau (1889-1963) fue un escritor y diseñador francés y dibujó para Schiaparelli un par de cabezas que ella integró a algunos de sus modelos. Uno de los más conocidos es un abrigo de noche. En la parte trasera de éste figuran los perfiles de dos caras bordadas en hilo metálico que dibujan la silueta de un jarrón con rosas, el cual reposa sobre una columna central. Las labores de bordado se encargaron a la Maison Lesage, uno de los talleres artesanales parisinos más destacados del sector de la alta costura. Las rosas, que caen por los hombros de la prenda están hechas de cinta en distintos tonos de rosa y se intercalan con hojas bordadas con hilo de seda a punto satén de color verde pálido. Por delante, el abrigo es completamente liso, presenta unas solapas simples y se abotona a un lado con un botón que representa una falda de volantes levantada de donde salen unas piernas de mujer con los pies en punta.

Schiaparelli y Dalí. (Fuente de la imagen: rtve.es)

Salvador Dalí (1904-1989), artista consentido de este blog, tuvo una colaboración mucho más extensa con la diseñadora italiana. La primera colaboración entre ambos se dio en 1935 y tomó la forma de un polvo compacto que parecía un disco de marcar de un teléfono antiguo. En 1946, Dalí se encargaría de diseñar el frasco del perfume Le Roy Soleil, el único perfume de la diseñadora que tiene un nombre que no comienza por la letra S.

Polvo compacto, exhibido en la exposición Surrealismo en Diálogo en el Palacio de Bellas Artes.
Perfume Le Roy Soleil. (Fuente de la imagen: Fragantica)

En cuanto a ropa, Schiaparelli se inspiró en la obra Gabinete antropomórfico para diseñar su famoso “traje escritorio” para su colección otoño-invierno 1936. La chaqueta tenía ocho bolsillos en la parte frontal que aparentaban ser gabinetes, mientras que los botones tomaban la forma de las perillas. Una vez más, era una forma de entender lo que guardaban los compartimentos de la psique humana en una forma tangible.

Gabinete antropomórfico, Salvador Dalí, 1936. (Fuente de la imagen: surrealismopordos)
Traje escritorio de Elsa Schiaparelli, 1936. (Fuente de la imagen: Vogue España)

Para su colección de primavera-verano 1938, volvieron a colaborar juntos en un conjunto de prendas que se inspiraron en el circo. La más tradicional fue una chaqueta de seda tejida en color rosa sobre la que destacan caballos con penachos haciendo cabriolas bordados en azul y oro, y se abrochaba con botones de cerámica en forma de acróbatas haciendo piruetas.

Chaqueta Circo, 1938. Los detalles fueron creados por Salvador Dalí. (Fuente de las imágenes: Victoria and Albert Museum)

El vestido esqueleto fue una de las piezas más destacadas de la colección. Éste fue esbozado por Dalí, tenía los huesos de las piernas unidos a los de la pelvis por medio de un elegante gancho, como los que se usan en joyería. Era largo y ajustado, y estaba realizado en crepé de color negro con formas acolchadas del esqueleto humano.

Vestido Esqueleto, 1938. (Fuente de las imágenes: Victoria and Albert Museum)

La otra prenda que llamó la atención de esa colección fue el vestido rasgado, o el vestido que llora, inspirado en Lágrimas de Man Ray y en una de las mujeres del cuadro Tres jóvenes mujeres surrealistas que sostienen en sus brazos las pieles de una orquesta. Estampado por Dalí, está hecho de viscosa, rayón y seda cuyas lágrimas semejan jirones o trozos de carne desgarrados. El velo a juego incluye el mismo motivo pero, en lugar de un estampado, presenta tiras de apliques que cuelgan y desvelan una capa de color rosa oscuro.

Lágrimas, Man Ray, 1932. (Fuente de la imagen: Historia-Arte)

Tres jóvenes mujeres surrealistas que sostienen en sus brazos las pieles de una orquesta, 
Salvador Dalí, 1936. (Fuente de la imagen: Fundació Gala-Salvador Dalí)

El vestido rasgado, 1938. (Fuente de la imagen: Victoria and Albert Museum)

De todas las colaboraciones que tuvieron Schiaparelli y Dalí, o Dalí y Schiaparelli, las más famosas fueron el vestido langosta y el sombrero zapato. El motivo de la langosta, símbolo de lujo y opulencia, empezó a aparecer en los cuadros del artista catalán en 1934. Tres años más tarde la diseñadora italiana creó un vestido en el que se podía ver el dibujo de una enorme langosta junto a unas ramas de perejil. Dicho vestido se hizo mundialmente famoso gracias a las fotografías que Cecil Beaton realizó a la socialité Wallis Simpson con motivo de su futuro matrimonio con Eduardo VIII de Inglaterra.

Vestido langosta. (Fuente de la imagen: it fashion)
Wallis Simpson portando el vestido. (Fuente de la imagen: Vanidad)

También de 1937, el sombrero zapato causó furor. Su preconcepción fue una foto que Gala le tomó a Dalí con una zapatilla en la cabeza. Con sólo tres ejemplares, este aditamento fue el culmen de la moda surrealista: para unos, era el mundo de cabeza, para otros, el epítome de un fetichismo a los pies. Sea como fuere, esta colaboración rompió las fronteras entre la moda y el arte, permitiéndole a dos artistas crear piezas únicas que buscan develar los secretos del subconsciente mientras gozaban la vida con sentido del humor. 

Gala posando con el sombrero Zapato. (Fuente de la imagen: Dalí Universe)
El sombrero zapato, 1937. (Fuente de la imagen: Victoria and Albert Museum)

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