Esta madrugada de miércoles 13, los 197 países que participaron en la 28ª Reunión Anual de la Conferencia de las Partes de la Convención Sobre Cambio Climático de la Organización de las Naciones Unidas -denominada como la COP28- acordaron en Dubái iniciar la reducción en el consumo de combustibles fósiles y así prevenir que las consecuencias del cambio climático sean más intensas a las que vivimos desde hace un par de años. Este es el primer acuerdo en su tipo, cuya exitosa implementación puede marcar el fin de la era petrolera.
El acuerdo implica la reducción en el consumo de petróleo, gas y carbón para la generación de energía, triplicar para el 2030 la capacidad de generación de energía renovable a nivel global y alcanzar cero emisiones en el 2050. Por otra parte, el acuerdo no aplica al uso de combustibles fósiles para la producción de plásticos y fertilizantes y, de la misma manera que el Acuerdo Sobre Cambio Climático de París, permite que cada país establezca sus propias metas en la reducción de contaminantes.
Hoy en día, petróleo, gas y carbón representan el 80% de las fuentes para generar energía. Como se esperaba, Arabia Saudita encabezó una fuerte oposición al acuerdo, y a que éste incluyera lenguaje fuerte, de parte de los 15 miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y de los otros 10 países no afiliados que conforman la OPEP+, entre los que se encuentran México, Rusia, Sudán y Malasia, que en su conjunto representan un 42% de la producción mundial, toda ella generada por empresas paraestatales.
El acuerdo adquiere mayor importancia luego que este 2023 apunta a convertirse en el año más caliente en la historia. Durante los primeros diez meses, la temperatura promedio fue 1.43º C mayor a la media registrada entre 1900 y 1950 y las consecuencias se reflejaron en diversos ámbitos, como una baja en la producción agraria, menores ingresos para el sector turístico al cancelarse visitas y actividades al aire libre, mayores gastos médicos para atender a pacientes afectados por el calor, mayores demandas sobre los sistemas de producción de energía y gastos para generar aire acondicionado y una mayor tasa de degradación del medio ambiente, entre otros.
Se estima que contamos con reservas petroleras para los próximos 45 años, pero la mayoría de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) han elaborado planes de transición para dejar de consumir petróleo en los próximos 25 ó 35 años, como Estados Unidos, Canadá, Japón y la mayoría de los miembros de la Unión Europea. El ejemplo que pongan estos países en la implementación del acuerdo de Dubái será la clave para su éxito, junto con el apoyo que se pueda brindar a los países menos desarrollados.
La implementación adecuada del acuerdo de la COP28 será determinante para todas las actividades en el planeta y un reflejo de la voluntad política de cada una de las Partes. La posibilidad de que Trump gane las elecciones en Estados Unidos el próximo año es por mucho la principal amenaza para el futuro de este acuerdo. Aunque Biden logró en agosto del 2022 la aprobación de la Ley para la Reducción de la Inflación, que otorga más de 100,000 millones de dólares en subsidios para la generación de energía por medios renovables y nuevas tecnologías que no utilicen combustibles fósiles, un nuevo gobierno republicano sería catastrófico para el acuerdo.
Es muy probable que China y Rusia utilicen sus compromisos de reducción de consumo de combustibles fósiles para negociar con Estados Unidos. Y se espera que la mayoría de los países de América Latina, entre ellos los de izquierda, exijan alguna compensación a los más desarrollados para establecer y cumplir sus compromisos en este acuerdo. En este caso, México tiene mucho más que perder que ganar si no toma con seriedad la implementación de los acuerdos de Dubái.