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Hoy di una clase acerca del ataque terrorista perpetrado por Hamas contra población civil en Israel el 7 de octubre de 2023 en el que murieron más de 1,400 personas. El porcentaje de población que eso representa para Israel es tan alto que en Estados Unidos equivaldría a casi 50,000 personas. Honestamente el número no es lo importante, lo importante son las personas detrás del número. Por poner un ejemplo, ese día Naama Levy, una chica de 20 años, fue violada y secuestrada. Hasta donde sabemos, hoy permanece en cautiverio.
A un año de distancia, el grupo terrorista mantiene a 101 rehenes secuestrados en condiciones inhumanas. Quiero aprovechar este espacio para responder tres preguntas que me hicieron mis alumnos. Empezando por la más directa: ¿Siguen vivos?
En realidad, no sabemos. Hay gente que decidió creer que no, gente que ya perdió toda esperanza de que regresen a casa con vida. La tentación de rendirse es enorme, porque la perspectiva de un centenar de personas escondidos en túneles sin luz, con el mínimo indispensable de agua y comida, sufriendo torturas diarias parece ser demasiado.
Sin embargo, Israel es un país que se construyó de una esperanza casi absurda. La de construir un hogar judío en la tierra que habitaron nuestros ancestros hace más de dos mil años. Israel no se puede dar el lujo de perder la esperanza. No sabemos si están vivos, pero los seguimos esperando de regreso, a todos.
Cuando hablábamos de cómo salir adelante, empezar un proceso de sanación y acercarnos a la paz una alumna preguntó: ¿Cómo puede sanar una madre a la que le mataron a sus hijos?
No creo que haya respuesta y compadezco a quien piense lo contrario. Por supuesto que el tiempo y la compañía correcta ayudan, pero hay cicatrices que no se borran. Cada una vivirá un proceso distinto. Lo que toca hacer desde afuera es entender como evitar que algo así le suceda a alguien más.
Mientras gran parte del mundo pide un cese al fuego en Gaza, Israel exige dos condiciones: la liberación inmediata de los secuestrados y el desarme de Hamas. Sería muy útil que esos mismos que piden el cese al fuego por parte de Israel, pidieran también (o incluso primero) que se cumplan esas dos condiciones por parte de Hamas.
La última pregunta requiere de contexto. El 7 de octubre de 2023 se celebraba la festividad judía de Simja Tora. Es un día de inmensa alegría para el pueblo judío. Este año la fiesta cae el 25 de octubre. La pregunta aparece por sí sola: ¿Cómo vamos a celebrar Simja Tora este año si ahora también es el aniversario del ataque de Hamas?
Me rehúso a permitir que Hamas quite la alegría de una fecha tan importante. No estar felices en Simja Tora sería faltarle al respeto a los miles de personas que perdieron su vida ese día hace un año. Es un tipo de alegría particular, porque duele mucho. Alegría en honor de los que ya no están, de los que nos quitaron, de las más de 1,400 vidas que se perdieron en menos de 24 horas.
Por supuesto que no será fácil y tampoco significa que ignoraremos la tragedia. La alegría de ese día será distinta, pero será un acto de rebeldía contra el terrorismo.
Hay cientos de historias como la de Naama Levy, pero el número no es lo importante. Importa que seguimos esperando que todos ellos regresen, sin saber como sanar, pero sin que eso signifique que nos rompieron.
Un comentario
Excelente escrito.
Se nota que desciende de una familia única y como dicen la fruta no cae lejos del árbol.
Mazal Tov.