Nos encontramos a dos días de las elecciones más grandes de la historia del país. Es un momento decisivo para nuestra democracia y, desde luego, para el futuro de partidos políticos y millones de mexicanos. ¿Qué apuntes se pueden ofrecer de estos comicios?
El domingo se celebrará una nueva edición de elecciones locales y federales que involucrarán a las 32 entidades federativas del país. La llamada “fiesta cívica” verá la participación de un amplio electorado, de ahí también que la movilización del máximo organismo autónomo electoral de México, el Instituto Nacional Electoral (INE), haya sido masiva.
Hay varios apuntes que se pueden mencionar de esas elecciones, por ejemplo, la competencia que existe entre las fuerzas políticas. En su generalidad, la batalla se centra entre el partido hegemónico, Morena, y los partidos políticos de oposición, como Movimiento Ciudadano (MC), Partido Acción Nacional (PAN), Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido Democrático Revolucionario (PRD), etc.
En tal contexto la situación es complicada. A muchas personas les invade el dilema de retirar su apoyo a Morena, a raíz de la distancia diametral en varios casos entre lo que sus líderes prometieron hace tres años y lo que en realidad se han dedicado a realizar en su administración, y votar por la serie de alianzas de los grupos de oposición, como por ejemplo la de los tres anteriores partidos principales del país, que en sus gobiernos tampoco generaron un provecho sustancial a México y en donde también hubo situaciones relevantes de corrupción.
Se trata de un dilema muy profundo del que es complicado escapar. Ciertamente encontramos otros partidos políticos, pero hay dos limitantes en su consideración. Justo como le sucedió al PAN en el año 2000 y a Morena en 2018, la primera tiene que ver con la pregunta eterna de “¿y si llegan al poder, de verdad cumplirán?” Esto puede disuadir al electorado de probar nuevas opciones tras el resultado de tales gobiernos.
La segunda consideración retoma la conclusión de la primera, pero adiciona un punto esencial para visualizar el posible escenario de votación. Tanto el PAN, el PRI y – aunque hoy en día sea en menor medida – el PRD son institutos políticos que han generado su estructura partidista que en varios estados sigue siendo fuerte y estable, por lo que la alianza puede llegar a ser victoriosa sorpresivamente en varios casos, quitándole puestos a Morena e, invariablemente, a las otras fuerzas de oposición mencionadas.
Finalmente, otra nota por destacar es el fantasma del fraude electoral. Conocemos el estilo del presidente Andrés Manuel López Obrador, sabemos su pasado y su discurso que en muchas ocasiones no se apega a la realidad y que, sin embargo, logra influir en una amplia cantidad de personas. Esta característica se une al conjunto de declaraciones que, a través de su megáfono, es decir, de las conferencias matutinas, ha lanzado contra los agentes democráticos no estatales, como organizaciones no gubernamentales y, especialmente, el INE.
Se trata de una estrategia para “planchar el camino” por si en los comicios halla más derrotas de las que presupuesta su partido. Es una situación delicada que debe preocuparnos independientemente de nuestra posición política. Debemos reconocer que el INE es una entidad determinante en nuestra endeble democracia y ha sido crucial en las dos transiciones políticas que hemos experimentado.
Podrá tener errores, pero su funcionamiento para garantizar elecciones limpias es sólido, por lo que recriminar a esta entidad desde antes es evidentemente parte del discurso de López Obrador que se pretende vender al electorado y, de nuevo, identificarse como víctima, como el salvador traicionado y como el político a quien le mueven las reglas del juego. Hay que prepararnos.
