México está viviendo una transición política llena de símbolos, con acontecimientos que pasarán a la historia por su profundidad y significado. En tan solo una década hemos sido testigos del nacimiento de un movimiento popular que alcanzó el poder en el Ejecutivo como en el Legislativo, borrando del mapa electoral a los dos partidos del régimen político anterior.
El triunfo de Andrés Manuel López Obrador en 2018 fue el parteaguas de una nueva etapa en la vida pública de México. Se terminó con la llamada “alternancia” en el poder y con el gobierno dividido. La victoria arrolladora de Morena le dio mayoría calificada en la Cámara de Diputados y mayoría amplia en el Senado de la República, lo que permitió llevar a cabo cambios constitucionales.
El gobierno de López Obrador estuvo lleno de símbolos que conectaron con la mayoría de la gente. El Presidente modificó la parafernalia del poder y se mostró como un Jefe de Estado muy cercano a la gente, se terminó con el derroche, la frivolidad y los excesos de la vieja forma de hacer política. En esta nueva simbología se logró una comunicación política exitosa, se mostró un gobierno en el que su interés fundamental fueron los sectores menos favorecidos, los olvidados por el régimen neoliberal.
El clímax de esta nueva etapa política en México fue la transición ordenada del poder dentro del nuevo partido gobernante. El proceso interno que organizó Morena para definir a su abanderada presidencial resultó muy exitoso, se mantuvo la unidad del movimiento de transformación y se diseñó una estrategia política electoral que refrendó el triunfo del partido en el poder, con una ventaja incluso más amplia que en el 2018.
Ahora comenzaremos a vivir una renovación política todavía más profunda y con un significado mayor en la vida pública de nuestro país. Por primera vez en la historia de México, una mujer será la primera mandataria. Tuvieron que pasar 300 años del periodo Colonial y 200 años de la etapa independiente de la nación para ver a la primera mujer en la cima del poder político, a Claudia Sheinbaum Pardo.
Este acontecimiento político en más de 500 años de historia registrada de nuestro país conllevará cambios trascendentes para las presentes y futuras generaciones. Se reducirán las brechas de desigualdad económicas, políticas, sociales y culturales que han existido históricamente entre mujeres y hombres. La importancia de que una mujer sea la primera Presidenta ayudará a las mujeres a romper con las cadenas del machismo que prevalecen en la sociedad y será punta de lanza para que millones de niñas, jóvenes y mujeres avancen en todos los ámbitos de la vida del país.
Sin duda los cambios sociales y culturales no serán rápidos ni sencillos, pues hay una resistencia a buscar la equidad entre hombres y mujeres, pero es fundamental anunciar que dichos cambios empezarán a profundizarse con la llegada de Claudia a la Presidencia de México.
Son tiempos de cambios políticos pero también culturales. Son tiempos en donde las mujeres podrán avanzar en sus luchas y en sus causas, y en donde muchos hombres habrán de entender y aceptar la nueva realidad, una realidad marcada por la justicia, la equidad y la solidaridad. Son tiempos llenos de simbolismo para tener un México más justo y más democrático. Son tiempos de las mujeres, en donde Claudia será la primera Presidenta.