Una presentación musical en Texcoco terminó en caos luego de que el cantante Luis R. Conríquez se negara a interpretar corridos bélicos, prohibidos en la zona. El incidente reavivó el viejo debate sobre la conveniencia o no de censurar los narcocorridos, género que ha sido acusado de hacer apología del narcotráfico y la violencia en México. Mientras algunos gobiernos estatales promueven su prohibición, especialistas advierten que esa no es la solución real al problema de fondo.
La jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, ha calificado de “absurdo” vetar este tipo de música, y apuesta por estrategias que fomenten una mayor conciencia social. Sin embargo, dentro del mismo partido Morena hay voces que defienden medidas más estrictas, como la del gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, quien anunció un decreto para vetar espectáculos que glorifiquen el crimen. Por su parte, el gobierno de Jalisco también tomó distancia de grupos musicales que han elogiado a criminales, luego de que en un evento se proyectaran imágenes del líder del Cártel Jalisco Nueva Generación.
Los antecedentes de intentos de censura a los narcocorridos no son nuevos. Desde hace décadas, agrupaciones como Los Tigres del Norte han enfrentado restricciones, aunque la efectividad de estas prohibiciones ha sido cuestionada. Hoy día, muchos estados prohíben su difusión en espectáculos públicos, pero el auge del género sigue imparable, impulsado por las redes sociales y nuevas figuras como Peso Pluma, uno de los artistas más reproducidos en plataformas digitales.