Cada 16 de junio, España se viste de fiesta para celebrar el Día Mundial de la Tapa, una fecha que rinde homenaje a una de las expresiones más emblemáticas y deliciosas de su cultura. Esta jornada va más allá de la mera degustación de pequeños platillos; es una celebración del ritual social que los acompaña. Salir de tapas es, en esencia, un acto de compartir, conversar y disfrutar de la compañía, encapsulando la esencia de la convivencia y la alegría española.
La tapa, en sus inicios, era una humilde porción de jamón o queso que se colocaba sobre el vaso de la bebida para «taparla», de ahí su ingenioso nombre. Sin embargo, con el tiempo, este concepto ha evolucionado hasta convertirse en una verdadera forma de arte culinario. Desde clásicos indiscutibles como las patatas bravas o la tortilla española, hasta innovadoras creaciones con ingredientes gourmet, las tapas representan un universo gastronómico vasto y diverso, que refleja la riqueza de cada región del país.
La relevancia de la tapa trasciende las fronteras españolas, consolidándose como una embajadora global de la cocina hispana. Su popularidad ha impulsado la creación de festivales gastronómicos en metrópolis como Nueva York, Londres, Tokio y Buenos Aires, donde chefs internacionales reinterpretan este concepto, fusionándolo con sus propias culturas y productos locales. Consciente de su valor, en 2018 el gobierno español solicitó a la UNESCO que la tapa fuera reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, destacando su papel como símbolo de convivencia, creatividad e identidad local.
El Día Mundial de la Tapa, impulsado desde 2013 por Saborea España, se celebra con una amplia variedad de actividades. Rutas de tapas, talleres de cocina, degustaciones y maridajes se organizan en restaurantes de todo el país. Además, numerosas embajadas y consulados españoles alrededor del mundo participan activamente, organizando eventos para difundir esta arraigada tradición. Este día promueve la cultura gastronómica española, fomenta la socialización y el turismo local, impulsa la creatividad culinaria y refuerza la identidad cultural, siendo en definitiva, una fiesta para el paladar y un brindis por el placer de compartir. Fuentes