Niels Rosas Valdez
El mundo del deporte se ha incursionado con diversos entes económicos y políticos a lo largo de la historia; el alcance ha sido tan relevante en el panorama internacional que ha sido utilizado como un soft power para conseguir sus intereses
Son demasiados los casos señalados en el mundo del entretenimiento y el deporte pero, se considera pertinente profundizar más en los denominados “clubes-Estado”; ya que es de suma importancia discutir los límites de las acciones de los entes políticos en las asociaciones deportivas.
Se le entiende como “club-Estado” a un equipo deportivo cuyo recursos provienen de una asociación, grupo o empresa de un país soberano, este último punto puede variar en la relación, que va desde una propiedad directa hasta fondos monetarios en común. Esto significa que los clubes aspiran a un mayor poder adquisitivo de lo habitual y con ello, una mayor presencia en el mercado, siendo recibidos en un sofisticado plan de negocio en uno de los mercados más competentes como lo es el deportivo.
Esta situación ha causado demasiada controversia e indignación entre el ámbito deportivo y político, el primero porque provoca una desigualdad económica y de competencia entre los equipos deportivos, debido al amplio poder adquisitivo teniendo así, la posibilidad de adquirir jugadores de mayor prestigio atrayéndolos con sueldos atractivos e instalaciones de primer nivel pero, sobre todo una certeza económica en el futuro del mercado. Y en el segundo, por la excesiva atención en el medio del entretenimiento a través de los deportes, incursionando de manera activa en dichos negocios al punto de que las prioridades cambian en la agenda política, dejando así otra situación de desigualdad, además de que la opinión popular cuestiona reiteradamente el origen de la riqueza, debido a la explotación de los recursos humanos y naturales.
Los casos más señalados son los del Chelsea, Manchester City y Paris Saint Germain, el primero fue propiedad del oligarca ruso Roman Abramovich quien tuvo estrechas relaciones con el gobierno ruso y también fue fundador de la empresa petrolera Sibneft -ahora propiedad de Gazprom-, por otra parte los propietarios del Manchester City provienen de la asociación Abu Dhabi Group compañía que es propiedad -en su mayoría- del miembro de la familia real de los Emiratos Árabes Unidos Mansour bin Zayed, finalmente el Paris Saint Germain es propiedad de Qatar Investment Authority un fondo de inversión fundado en 2005 por el entonces emir de Qatar Hamad bin Khalifa Al-Thani con el objetivo de gestionar el superávit generado por la industria petrolera y del gas natural mediante la protección y crecimiento de los activos financieros.
Como se mencionó con anterioridad, la inyección de capital en estos clubes deportivos ha generado tanto el éxito deportivo como económico, con una notable presencia y prestigio en dichas dimensiones; cabe destacar que los proyectos sólidos en estas empresas han permitido una notable trascendencia en los equipos deportivos fuera del terreno de juego. Este es el resultado de la diversificación económica que las propias empresas han buscado para tener presencia en el mercado internacional. Sin embargo el negocio de los clubes-Estado ha dejado como consecuencia una hiperinflación en el mercado deportivo -y lo que conlleva-, ya que los exorbitantes sueldos y transferencias han permitido tanto a deportistas como directivos junto con sus respectivos representantes la posibilidad de exigir un mayor salario, generando así una desigualdad con los otros equipos que se quedan sin la posibilidad de contratarlos.
Finalmente, esto no es más que otra estrategia de mercado de estos países para tener una mayor visibilidad y con ello la posibilidad de ampliar aún más su mercado, atrayendo así nuevos perfiles del consumidor. Sin embargo, si no se promueven las adecuadas regulaciones contra la mala praxis de estos clubes-Estado en cualquiera de sus variantes terminarán por afectar gravemente a las pequeñas y medianas instituciones deportivas y a su vez a las personas que se podrían beneficiar de éstas mismas mediante el empleo.