8 de junio de 2025 7:58 am
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OPINIÓN

Lealtad al Equipo

No es cosa trivial. Millones de dólares se gastan al año en el mundo deportivo. Se gasta en playeras, balones, banderas, decoraciones, apuestas, relaciones y muchos otros, sin mencionar lo que se gasta y consume en estadios y las horas de trabajo que se dedican a los deportes...

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Jaime Tbeili Benpalti

Estoy orgulloso de decir que mi equipo de basquetbol masculino es Miami Heat. Es un buen año para ser fanático de Miami: primer lugar en su división y primer lugar en su conferencia, este equipo tiene todo lo necesario para coronarse campeón de la NBA en una temporada sumamente competida. Mientras escribo esto Miami está venciendo (por no decir masacrando) al equipo de Atlanta para pasar a la siguiente ronda de la postemporada. Es un buen año para ser fanático de Miami.

Desafortunadamente, no siempre es el caso. Apenas hace tres años Miami tuvo una de las peores temporadas en su historia. Nos guste o no, todos los equipos tienen épocas buenas y épocas malas. En el caso de Miami, protegidos por Dios, siempre se terminan por recuperar, pero este no es el caso con todos los equipos.

Como los fanáticos del Cruz Azul bien pueden atestiguar, esperar años a que tu equipo gane un campeonato no es cosa sencilla. Peor aún, esperar años a que tu equipo sea medianamente bueno es una tortura, como puede legitimar cualquier fanático de los Jaguares de Jacksonville de la NFL. Y entonces aparece una pregunta obligada: ¿Qué nivel de compromiso tenemos de apoyar a un equipo que no genera resultados?

En casi cualquier otra área de la vida descartamos rápidamente aquello que no nos da resultados. Si un restaurante deja de servir buena comida, dejamos de ir. Si nuestro celular comienza a fallar, buscamos un reemplazo. Si la situación con nuestra pareja se deteriora lo suficiente, terminamos la relación. Sin embargo, pareciera que estamos dispuestos a soportar una cantidad infinita de decepciones de nuestros equipos antes de abandonarlos.

No es cosa trivial. Millones de dólares se gastan al año en el mundo deportivo. Se gasta en playeras, balones, banderas, decoraciones, apuestas, relaciones y muchos otros, sin mencionar lo que se gasta y consume en estadios y las horas de trabajo que se dedican a los deportes. Un equipo que tiene fanáticos es una inversión bastante lucrativa. Un equipo que no los tiene, puede perder cantidades inimaginables tratando de sobrevivir. Incluso dejando de lado el dinero, vimos hace unas semanas en Querétaro lo lejos que una afición puede llegar por su equipo. Insisto, no es una pregunta trivial: ¿Cómo logran los malos equipos mantener sus bases de fanáticos?

Obviamente, la geografía juega un papel importante. Cuando el equipo de una ciudad le va bien atrae atención, eventos y, en cierta medida, inversiones. Incluso si no eres fanático de los deportes, te conviene que tus equipos locales sean buenos. Solo pensemos en cuántos empleos se generan al construir un gran estadio. ¿Qué mejor manera de atraer capital para un estadio que teniendo un equipo bueno al que todos quieren ver jugar?

La identidad también es parte importante. De hecho, es central. Los equipos de nuestra infancia fácilmente se pueden volver parte de nuestra identidad cuando vamos creciendo. Generamos un sentimiento de simpatía y de unión con otros fanáticos y le damos un espacio casi de ritual a los eventos del equipo. Cada año se renueva la esperanza (es nuestro año, vamos a ganarlo todo) y aceptamos el dolor como parte de ella.

Por lo pronto, para quien le interese, dejo mi predicción para lo que queda de temporada en la NBA: Se quedan en la segunda ronda Golden State, Dallas, Milwaukee y Filadelfia. De semifinalistas quedan Memphis y Boston, aunque por poco. Phoenix y Miami juegan la final. Y por supuesto, Miami campeón.

Nota: Este artículo no refleja las preferencias deportivas del resto del equipo de “El Comentario del Día”. Pero debería. Todos deberían de apoyar a Miami.

Si usted como lector buscaba aquí algo más académico, pasemos estas ideas a la lealtad nacional: ¿Le debemos lealtad a un país que nos falla? ¿Qué nivel de compromiso tenemos de apoyar a un gobierno que no genera resultados? ¿Qué estamos dispuestos a hacer por defender un gobierno? ¿Cómo logran los malos gobiernos mantener sus bases de fanáticos? Espero tocar estás preguntas en la segunda parte de este artículo.

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