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La soberanía es un concepto muy interesante, entre otras cosas, porque tiene muchas caras. Si entendemos la soberanía como la capacidad última de decidir, la liberta de ejercer sin que un poder ajeno nos limite, entonces podemos hablar de soberanía en diferentes contextos, todos aplicados a un Estado Nación moderno como los que conocemos.
Sin duda podemos hablar de soberanía territorial, que suele ser la más citada. Es decir, la capacidad de un gobierno de establecer leyes y hacerlas cumplir dentro de una determinada frontera. Se entiende que, si otro gobierno trata de obligar al nuestro a establecer leyes, es una violación a nuestra soberanía.
Por supuesto, esto presenta una pregunta obvia: ¿Qué sucede con los tratados internacionales? Si bien es cierto que normalmente se firman con consentimiento, en ocasiones puede percibirse la presión internacional en el orden jurídico local a raíz de la presencia de tratados.
Aquí es donde aparecen nuevas percepciones de soberanía: La soberanía económica, política o jurídica, por mencionar algunas. Nuevas visiones de soberanía nos permiten entender que las leyes dentro de un territorio no lo son todo
La influencia de otras naciones en el orden jurídico propio puede parecernos una limitante a nuestra soberanía, pero también puede ser clave, por ejemplo, para la capacidad de generar desarrollo económico por parte de un gobierno. A su vez, el desarrollo económico permite la maduración de una sociedad y el fortalecimiento de su soberanía económica (su capacidad de subsistir sin depender de otros países, tanto socios comerciales como competidores).
Sucede algo similar en cuanto a la seguridad. Me parece que en ocasiones usamos la soberanía como razonamiento para actuar como ente aislado en temas de seguridad. Evitamos compartir información, por ejemplo, por creer que eso limita nuestra soberanía. En la medida en que entendamos que la soberanía tiene muchas caras, muchos elementos y muchas perspectivas, podemos fortalecer nuestras estrategias de seguridad a través del mecanismo que más ha fomentado el desarrollo de la humanidad: La cooperación. Entender que no somos un ente aislado, sino que somos parte central de una comunidad internacional y, sobre todo, interdependiente.
Ahora que oficialmente Donald Trump será presidente de Estados Unidos durante el periodo de Claudia Sheinbaum ojalá no dejen de tener esto en mente. Ambos están casi obsesionados con el tema de la soberanía. Ninguno de los dos lo articula de la manera correcta. Trump lo refleja en sus políticas migratorias y Claudia en políticas energéticas y de alimentación.
México y Estados Unidos comparten una de las fronteras más importantes del mundo. Por no decir la más importante. Tanto en lo económico y social como lo político y jurídico, la relación bilateral tiene una serie de capas profundas. Ojalá no se sacrifique ninguna por una concepción equivocada de lo que la soberanía debería de ser.
Promesa incumplida, por cierto, la que hice en mi columna anterior. Espero cumplirla en la siguiente.