Escuchar
Seguramente alguna vez has soñado que alguien te persigue y por más que intentas correr simplemente no avanzas; es como si estuvieras condenado a la desesperación que la constante persecución y la falta de control generan. Por más que sabes que en ese momento estás dormido y que realmente nadie te está persiguiendo, tu cuerpo y tu mente sienten lo que está pasando de una forma tan real que al despertar tu corazón está acelerado y tu cuerpo apesumbrado.
En otras ocasiones, seguro también has despertado de golpe, con una profunda agitación, al soñar que caes de una gran altura. Realmente no has caído, pero tu cuerpo reacciona como si lo hubieras hecho; sientes presión en el corazón, un miedo paralizante, e inclusive temblor y confusión.
La intensidad de estos sueños no siempre es la misma, pero sin duda alguna jamás es agradable. Sé que es incómodo, pero por un momento te pido que evoques ese sentimiento como si lo hubieras experimentado la noche anterior con la mayor intensidad posible. Ahora imagina cada una de las sensaciones que esta experiencia te genera y piensa cómo se sentiría si fueran un millón de veces más intensas.
¿Te imaginas vivir eso todos los días a cualquier hora del día sin tener control de ello?, ¿te imaginas estar en tu oficina, en la escuela, en una fiesta, en el cumpleaños de tus hijos y de pronto sentir que te caes de la altura más alta, que te persiguen y no puedes escapar, que tu cuerpo se paraliza y que tienes todo menos control de tu propia vida?, ¿te imaginas sentir todo esto sabiendo que estas despierto y que no hay alarma que te salve?, ¿te imaginas sentirte así sin poderlo explicar, sin entender realmente lo que te está pasando, y sin saber cuándo te va a pasar?
Es agobiante y asfixiante, ¿cierto? Esta es una descripción que, sin duda alguna, se queda corta para intentar explicar cómo es que vive una persona con ansiedad, entre algunos otros padecimientos de salud mental. Lo cierto es que es imposible describir realmente el sentimiento, así como es imposible generalizar cómo vive cada persona este padecimiento. Cuesta trabajo pensar en una salida a esto; sin embargo, la hay.
Si bien la experiencia de cada uno es diferente, hoy sabemos que la solución es viable para todos y todas. Existen cientos de medicamentos, tratamientos, terapias, etc. que pueden cambiar la vida entera de una persona al garantizarle una salud y estabilidad mental.
En los últimos años es cada vez más común escuchar hablar acerca de la salud mental. Las generaciones más jóvenes le dan cada vez más prioridad a este tema. Sin embargo, aún seguimos enfrentando muchas barreras para lograr que la salud mental tenga el reconocimiento y atención que merece.
Nadie merece sufrir. Como sociedad debemos esforzarnos cada día por informarnos, ser empáticos y procurar tanto nuestra salud, como la de aquellos que nos rodean.
Igualmente debemos exigir al gobierno que haga de este tema una prioridad. Aunque existen soluciones, son millones las y los mexicanos que no tienen acceso a los medicamentos y atención necesarias debido a que no cuentan con los recursos económicos suficientes, al tiempo que el sistema de salud pública no cuenta con los recursos y herramientas necesarias para brindarle ayuda al grueso de la población que la necesita. Esta falta de acceso provoca el sufrimiento y muerte de miles, incluida la infancia y adolescencia nuestro país.
Todos y todas tenemos derecho a una vida libre, sana y plena. El Estado no está cumpliendo con su parte, por lo que debemos exigirle que lo haga; sin embargo, también debemos preguntarnos, ¿nosotros estamos cumpliendo con la nuestra? Recuerda que la empatía, una sonrisa y un momento de escucha pueden salvarle la vida a alguien. Esforcémonos en construir una sociedad más presente y consciente, una sociedad sana; solo así podremos vivir la paz que tanto anhelamos.
Una vez más, los actos de gobierno y las políticas siempre tienen dos caras de la moneda y un impacto más profundo de lo que parece. Te invito a que juntos continuemos este análisis dual.