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OPINIÓN

Trabajo en equipo

...hace 12 años, empezaron a haber cambios sociales que confrontaron a estos dos actores. Empezó una tendencia generalizada en la que las madres le delegaban toda la educación de sus hijos a los maestros, exigiéndoles resultados imposibles y además fuera de su área laboral...

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Por Maribel Gavito


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Mayo en México, es un mes en el cual festejamos a dos figuras cuya presencia e influencia son fundamentales en nuestra vida: la madre y el maestro.

¿Qué decir de la madre? Esa mujer que nos dio la oportunidad de venir al mundo.  Aquella, que como dice la canción de Denise de Kalaff, “me diste tu vida, tu amor y tu espacio”. Aquel primer ser humano que nos cuidó, alimentó, amó y nos entregó lo mejor que sabía y tenía para que a nosotros no nos faltara nada. Buscando en todo momento nuestra protección y felicidad.

Y ¿qué decir del maestro? Ese hombre o mujer que nos comparte sus conocimientos y sus ganas de ayudarnos a descubrir las maravillas del mundo en diferentes áreas del conocimiento y que, si le pedimos algún consejo, suele guiarnos haciéndonos reflexionar para poder decidir lo mejor para nosotros y los que nos rodean. Desean ayudarnos a superar nuestros obstáculos, al igual que las madres.

Yo he tenido la bendición y el placer de poder ser ambos personajes:  Soy madre y he sido maestra en diferentes asignaturas y niveles educativos por más de 35 años; confieso que han sido las dos labores que más me gustan y que agradezco profundamente haber tenido el privilegio de vivirlos.

Pero alrededor de hace 12 años, empezaron a haber cambios sociales que confrontaron a estos dos actores. Empezó una tendencia generalizada en la que las madres le delegaban toda la educación de sus hijos a los maestros, exigiéndoles resultados imposibles y además fuera de su área laboral, amenazándolos con demandarlos a ellos y a la institución educativa, si sus hijos se molestaban o se quejaban, o si a ellas mismas no les parecía cualquier cosa. En consecuencia, los maestros ya no ejercían su obligación de corregir al alumno en caso de equivocación o mal comportamiento, debido al riesgo que el ser demandado por la madre del alumno conllevaba. Tristemente les comparto que fue esta situación la que me hizo replantear mi labor como docente y decidí no participar más en la educación básica y media como profesor.

 Y yo les pregunto a estas mamás ¿dónde dejaron de entender que para la educación de los hijos se trabaja en equipo con los maestros? Sí, somos un equipo:

En la casa, la educadora es la madre, quien junto con el padre, enseña los valores morales, enseña a comer de manera civilizada, enseña que las cosas se piden “por favor” y se agradecen con un “gracias”. Que la presentación personal del hijo viene de casa: con ropa limpia y bien aseado, con los dientes cepillados. La diferencia real de la educación de un hijo, la hace la casa.

La labor del maestro es una muy poco apreciada por la mayoría de la sociedad. Ella sólo ve una mínima parte del trabajo que se necesita para impartir una clase. Son horas de preparación del tema para hacerlo comprensible al alumno, tratar de poder dar el tema en una o dos clases de 40 minutos reales de actividad docente, preparar las pruebas de forma que sean adecuadas, hacer pruebas diferentes si se tiene más de un grupo y horas y horas de corrección y evaluación para dar una nota al alumno.

Tengo la esperanza que la vivencia educativa durante la pandemia de Covid-19, haya hecho reflexionar a los padres sobre lo importante y difícil que es la labor educativa y que hayan apreciado los esfuerzos titánicos de los maestros para que, a pesar de todo, los niños pudieran aprender.

Cuando no tenemos la posibilidad de escoger la escuela para nuestros hijos, tratamos de hacer lo mejor con lo que tenemos, pero si tenemos el gusto y el privilegio de poder escogerla, es indispensable ser congruente y entender que es una escuela, ¡no una guardería! y que necesitamos participar y trabajar en equipo con los maestros y con la institución ¡que nosotros escogimos!,  ya que ese trabajo en equipo será en beneficio de lo más preciado que tenemos que son nuestros hijos, su desarrollo presente y sus oportunidades futuras.

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