Durante el segundo trimestre de 2024, México experimentó una reducción en la tasa de informalidad laboral, situándose en 54.3%, lo que representa una disminución de 0.9 puntos porcentuales respecto al mismo periodo del año anterior, según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Inegi. A pesar de esta mejoría, el desafío de la informalidad persiste, especialmente en las regiones rurales donde alcanza niveles significativamente más altos que en las zonas urbanas.
En términos absolutos, el número de personas ocupadas en la informalidad se redujo en 102,704 trabajadores en comparación con el segundo trimestre de 2023, alcanzando un total de 32.2 millones. Este descenso se observó tanto en hombres como en mujeres, con caídas de 0.8 y 1.1 puntos porcentuales respectivamente. Las actividades económicas más afectadas por la informalidad fueron aquellas operadas por hogares sin constituirse como empresas, concentrando al 52% de los trabajadores informales.
El análisis regional revela una marcada desigualdad: en las zonas urbanas con más de 100,000 habitantes, la tasa de informalidad se ubicó en 41.3%, mientras que en localidades rurales con menos de 2,500 habitantes, la informalidad alcanzó un preocupante 77.1%. Este contraste evidencia la dificultad de reducir la informalidad en las áreas más aisladas del país.
Paralelamente, se observó un incremento en el número de trabajadores subordinados y remunerados, que ahora representan el 69.2% de la población ocupada, una cifra que muestra un incremento de 0.6 puntos porcentuales en comparación con el año anterior. No obstante, el desafío para la política laboral sigue siendo considerable, ya que la informalidad laboral continúa afectando a más de la mitad de la fuerza laboral, generando inseguridad en las condiciones de trabajo y limitando el acceso a derechos fundamentales como contratos, prestaciones y seguridad social.
