La cueca, el baile nacional de Chile desde 1979, ha vuelto a resonar con fuerza, especialmente durante las celebraciones patrias en septiembre. Con un pañuelo blanco en mano y al ritmo de guitarras y acordeones, los chilenos han mantenido viva esta danza que simboliza gran parte de su identidad cultural. Aunque tradicionalmente se asocia al campo y la figura del huaso, la cueca ha evolucionado hacia formas más urbanas y estilos diversos.
Este baile, que se ejecuta en pareja, representa la conquista entre un hombre y una mujer, con movimientos circulares y zapateos al compás de 6/8 y 3/4. La versatilidad de la cueca permite que existan subgéneros como la «cueca chora» o la «cueca brava», más ligadas a las historias urbanas y marginales de los puertos y ciudades chilenas, alejándose de los tópicos campesinos tradicionales.
El origen de la cueca sigue siendo un tema de debate entre los historiadores. Mientras algunos apuntan a influencias africanas o arábigo-andaluzas, otros creen que proviene de la «zamacueca peruana», una teoría ampliamente aceptada. En cualquier caso, la danza se ha expandido a otros países de la región, como Perú, Bolivia y Argentina, donde adquirió características propias y nombres diferentes.
En los últimos años, la cueca ha resurgido en Chile como una expresión artística y cultural más allá de los actos patrios. Hoy, las comunidades cuequeras y jóvenes apasionados por esta danza han impulsado su práctica, manteniendo viva esta tradición que sigue siendo un emblema de la identidad chilena y latinoamericana.
