17 de octubre de 2024 4:47 am
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El Cinturón Bíblico y el respaldo religioso a Trump como «enviado por Dios»

En el Cinturón Bíblico de EE.UU., pastores y líderes religiosos apoyan la reelección de Trump, considerándolo un instrumento divino para gobernar el país. Su influencia política sigue siendo clave en los estados sureños.

En el corazón del Cinturón Bíblico de Estados Unidos, un vasto territorio de mayoría protestante y convicciones conservadoras, Donald Trump es visto por muchos líderes religiosos como un elegido por Dios para dirigir el país. En lugares como Oklahoma, las iglesias se han convertido en espacios de influencia política donde se movilizan fieles en torno a una agenda conservadora que defiende la prohibición del aborto y la implementación de valores cristianos en las leyes.

El pastor Dusty Deevers, quien combina su rol religioso con una carrera política en el Senado de Oklahoma, es un claro ejemplo de esta dualidad. Desde el púlpito de su iglesia y el Capitolio estatal, aboga por un cambio radical en las estructuras de poder para alinearlas con los principios bíblicos. Deevers, como muchos otros pastores, ve en la figura de Trump un vehículo clave para alcanzar estos objetivos, aunque algunos consideran que el expresidente no va lo suficientemente lejos en sus políticas.

En estados del sur como Alabama y Luisiana, los esfuerzos por integrar las enseñanzas bíblicas en las escuelas y las leyes han generado controversia. La implementación de medidas como la enseñanza obligatoria de la Biblia y restricciones severas al aborto muestran la creciente influencia del cristianismo conservador en la política local, y la expectativa es que esta tendencia continúe con la posible reelección de Trump el próximo noviembre.

Conservadores religiosos como el pastor Jackson Lahmeyer, fundador de Pastors4Trump, consideran que Trump fue «enviado por Dios» y defienden su liderazgo como una forma de contrarrestar lo que ven como una deriva progresista en la política estadounidense. Para muchos en el Cinturón Bíblico, la batalla política es también una lucha espiritual, en la que la fe cristiana y la política están inextricablemente unidas.

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