Trump quiere aplicar un arancel del 60% a los productos chinos y un arancel «universal» del 10 o 20% a las importaciones de otros países, argumentando que estas medidas protegerían empleos en fábricas estadounidenses. Sin embargo, economistas advierten que estos impuestos incrementan los precios de bienes importados, afectando directamente a los consumidores. De hecho, estudios sugieren que los hogares estadounidenses perderían hasta 2,600 dólares al año debido a estas políticas.
Además, Trump ha señalado que EE. UU. debería limitar la importación de alimentos para proteger a los agricultores. Sin embargo, más del 60% de la fruta fresca y el 38% de las verduras consumidas en el país son importadas. Limitar estas importaciones podría aumentar aún más los precios de los alimentos en los supermercados, contradiciendo su objetivo de reducir los costos para los consumidores.
Los expertos también destacan que las propuestas de Trump ahora abarcan más de 3 billones de dólares en bienes importados, lo que representa una amenaza inflacionaria mayor que durante su primer mandato. Mientras tanto, su postura contra la inmigración, con planes para masivas deportaciones, podría agravar la situación económica al reducir la oferta laboral, lo que presionaría a las empresas a subir salarios y precios.
