María José Mata Cocco, una atleta de resistencia que se entrena en la alberca olímpica, enfrenta desafíos inusuales debido a las condiciones ambientales actuales. La calidad del aire es deficiente, las temperaturas son récord y la falta de viento dificulta refrescar el ambiente. Los contaminantes se acumulan en el aire, afectando a los atletas que necesitan respirar para rendir al máximo.
«El entrenamiento ha sido complicado», comenta María José. «Entreno hasta 7 horas los martes y jueves. Además de nadar en la alberca, hago un circuito funcional de 20 minutos. Con el calor, lo he pasado bastante mal. He sudado más de lo normal y debo tener cuidado con mi ingesta de agua y electrolitos. Llego más cansada al entrenamiento. Los calambres son más frecuentes debido a la deshidratación. La contaminación es horrible, he estado luchando con alergias y rinitis desde hace un mes y medio. He intentado de todo: humidificadores, lavados nasales, Sterimar. La calidad del aire es mala. Estamos en una alberca, pero hoy mis respiraciones no han sido de calidad debido a la congestión nasal, flema o asma. Ha afectado mi rendimiento».
El Dr. Vladimir Alba Garduño, angiólogo del Hospital Ángeles México, explica cómo la contaminación y el calor afectan a los atletas de alto rendimiento. El calor provoca vasodilatación, lo que incrementa el flujo sanguíneo y la disponibilidad de oxígeno durante el ejercicio. Sin embargo, la exposición al calor y la mala calidad del aire pueden disminuir esta disponibilidad, aumentando el riesgo de golpe de calor y afectando el rendimiento.
Para los atletas, tanto profesionales como aficionados, las condiciones extremas requieren una protección adicional. En días como el 15 de abril, cuando la Ciudad de México registró su temperatura más alta en la historia, es fundamental cuidar la salud y el bienestar de quienes se esfuerzan por alcanzar sus metas deportivas.
Con información de El Economista | Nota original
