Hildegarda de Bingen, una influyente abadesa de la Edad Media, es recordada por sus contribuciones en diversos campos, desde la teología hasta la medicina. Sin embargo, una de sus mayores aportaciones fue la incorporación del lúpulo a la cerveza, lo que le dio su característico amargor y la capacidad de conservarse durante más tiempo. Esta innovación fue crucial para la evolución de la cerveza moderna, aunque muchos atribuyen erróneamente este avance a los monjes.
Además de su papel como pionera en la cervecería, Hildegarda también desafió las creencias de su tiempo al abordar abiertamente la sexualidad femenina. En su obra «Libro de causas y remedios de las enfermedades», la abadesa describió detalladamente el orgasmo femenino, afirmando que el placer no solo era parte del acto sexual, sino que también residía en el cerebro, alejándose de la visión de que el placer era un pecado.
A pesar de que la historia ha tardado en reconocer su legado, Hildegarda fue canonizada en 2011 y nombrada doctora de la Iglesia un año después. Su vida y obra han dejado una marca indeleble tanto en la cultura popular como en la comprensión de la sexualidad y el placer.