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OPINIÓN

Libros sobre conflictos: Human Acts

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Cecilia González Michalak

Leer es una forma de aprender sobre cosas que no se enseñan en la escuela, como lo es, por ejemplo, la historia de otros países. Habiendo tenido una escolaridad mexicana, basada en una cultura hegemónica, tenemos idea de hechos sobre la historia universal, como la Independencia de Estados Unidos, la Revolución francesa y la Primera y Segunda Guerras Mundiales, pero poco podemos decir sobre hitos importantes de África, Asia y Oceanía.

Sin necesidad de inscribirse a algún curso, pero con la pequeña inversión de lo que cuesta un libro y con la disponibilidad de algunos minutos cada día, uno puede viajar en el tiempo y el espacio. A través de palabras impresas en papel, uno tiene la posibilidad de conocer y empatizar con situaciones políticas de otras latitudes, a pesar de las diferencias lingüísticas e idiosincráticas.

Human Acts, libro escrito por Han Kang –más conocida por su novela La Vegetariana de la que ya hablamos en este espacio–, es una novela de ficción histórica que se basa en los incidentes de mayo de 1980 en Gwanju, Corea del Sur. Este texto me permitió conocer una realidad que me parecía totalmente desconocida, y me hizo ver que existe un patrón geopolítico donde muchas veces, líderes militares aprovechan momentos de agitación por los cambios políticos importantes que se vienen, para imponerse dictatorialmente como gobernantes.

Para dar un poco de contexto, hay que recordar que Corea fue reinada por varias dinastías hasta que en 1897, Japón invadió la península convirtiéndola en su protectorado. Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial y los Aliados vencieron, Japón tuvo que ceder los territorios conquistados; la Unión Soviética ocupó la parte norte de Corea y Estados Unidos, la parte sur. Tratando de negociar sobre el tipo de gobierno que se tendría, ambas partes declararon su independencia la una de la otra lo que llevó a la Guerra de Corea. Aunque el conflicto armado duró de 1950 a 1953 y se firmó un armisticio, las dos Coreas siguen en guerra ya que no se ha firmado ningún acuerdo de paz.

Corea del sur vio esta oportunidad para modernizarse y construir un camino dentro de la democracia. Su primer presidente, Lee Seung-man gobernó autoritariamente con políticas conservadoras y anticomunistas de 1948 a 1960, hasta el golpe de estado realizado por el General Park Chung-hee. La dictadura militar de Park comenzó una política económica proteccionista, impulsando a una burguesía que se desarrolló a la sombra del Estado mientras que la fuerza laboral vivía en condiciones precarias de esclavitud y miseria.

El 26 de octubre de 1979, Park Chung-hee fue asesinado por Kim Jae-gyu, director de la Agencia Central de Inteligencia Coreana, en el transcurso de una cena privada. Esto alebrestó los ánimos políticos. Mientras se llegaba a un acuerdo para mandar a votaciones, el primer ministro del gobierno de Park, Choi Kyu-hah, fungió como gobernador interino, pero el General Chun Doo-hwan dio un segundo golpe de estado en 1980 para establecer otra dictadura militar. Este hecho generó protestas a nivel nacional que exigían democracia, pero que fueron brutalmente reprimidas. Y es en este momento que Human Acts entra a darnos testimonios de personas que vivieron estas barbaries.

Chun, al ver que los principales centros de rebeldía eran las universidad, aplicó una ley marcial en la que decretaba cerrarlas, prohibiendo de igual forma cualquier tipo de manifestación política y la libertad de prensa. La ciudad de Gwangju en la provincia de Jeolla del Sur, conocida por ser el granero del país, estalló en un alzamiento popular contra el nuevo gobernante, quien, a su vez, respondió con violencia, pidiéndole a las autoridades que dispararan sin importar que los civiles –incluyendo niños– no estuvieran armados. Los hechos del 18 al 27 de mayo dieron el resultado, oficialmente, de 144 civiles, 22 soldados y 4 policías muertos, y 127 civiles, 109 soldados y 144 policías heridos, mientras que la prensa extranjera dice que los muertos van de entre 1000 a 2000 personas.

Han Kang, entrelaza siete historias contadas por siete diferentes personajes que estuvieron viviendo estos hechos en primera persona, transportando al espectador a ser un testigo de la lucha por la democracia. Uno puede ponerse en los zapatos de los que marcharon, sintiendo orgullo patrio pero terror al ver cómo la policía disparaba. Uno puede ponerse en el alma desesperada de una familia buscando a sus hijos desaparecidos. Uno puede ponerse bajo la sábana que cubre a los cadáveres y ver cómo los militares ocultaban y quemaban los cuerpos, para tapar cualquier evidencia de autoritarismo. Uno puede ponerse en el patio de la escuela, viendo la cantidad de gente herida que no estaba preparada para semejante matanza.

Este libro se ha convertido en uno de mis favoritos. Kang investigó el asunto a conciencia, y platicó con familiares de las víctimas y sobrevivientes para poder hacer justicia a la memoria de lo que pasó. La autora tiene un talento narrativo para dar voces particulares, con sus propios matices y tonos, a cada uno de los protagonistas de esta historia.

Independientemente de que sucedió en Corea hace más de cuarenta años, los hechos de Gwangju se sienten cercanos, porque no es la primera vez en el mundo que estudiantes, maestros y ciudadanos salen a la calle para pedir democracia, y son fuertemente atacados por un gobierno cobarde a la libertad de expresión que decide callarla a través del derramamiento de sangre. Ojalá que el mundo haya aprendido lo suficiente, para que hechos así no se vuelvan a repetir.

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