26 de julio de 2024 9:48 pm
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OPINIÓN

Súper Santos

Era importante que todo cristiano conociera las reglas de su fe con un sistema homologado de sacramentos. Basados en el Maniqueísmo del siglo III, era más sencillo mostrarle a un pueblo que no tenía facilidad de alfabetización, qué estaba bien y qué estaba mal a través de imágenes…

El historiador alemán Cristoph Keller (1638-1707) llamó a la Edad Media así debido a que era un tiempo inocuo que se encontraba entre la gran Edad Antigua y el Renacimiento, dos épocas que brillaron por su atención a la filosofía y al Humanismo. Pero el Medievo no fue tan opaco como lo pintaba, ya que durante mil años, desde la caída del Imperio Romano de Occidente (476) hasta la caída del Imperio Romano de Oriente (1453), se pavimentaron los caminos socio-políticos de la Modernidad. Aunque no había imprenta y no existía todavía América, la época medieval trajo la creación de universidades, los cantares de gesta, e increíbles avances en el arte y en la arquitectura.

Después de ser una religión prohibida y perseguida por varios emperadores romanos, y confrontada por los califatos musulmanes que buscaban la expansión de su territorio conquistando a pueblos de infieles, el cristianismo se volvió una creencia aceptada e instaurada gracias al Imperio Carolingio. Posteriormente, se realizaron varias reformas monásticas que afianzaron el poder de la iglesia como una importante fuerza social y económica ligada a los reinos feudales y familias nobles. Asimismo, se hicieron innovaciones dogmáticas y devocionales para unificar las creencias y los ritos.

Era importante que todo cristiano conociera las reglas de su fe con un sistema homologado de sacramentos. Basados en el Maniqueísmo del siglo III, era más sencillo mostrarle a un pueblo que no tenía facilidad de alfabetización, qué estaba bien y qué estaba mal a través de imágenes y preceptos sencillos. Bautizarse, comulgar, casarse, y confesarse permitían vivir una vida en Dios, mientras que robar, matar, fornicar generaba una existencia en el pecado que condenaba al Purgatorio, o peor, al mismísimo Infierno.

La imágenes también jugaron un papel fundamental por su impacto visual y su iconicidad: era tan impactante ver labrados en piedra a los demonios que podían torturarte durante toda una eternidad, que mucha gente se la pensaba dos veces a la hora de cometer una falta. Aunque había una delgada línea entre si una efigie podría ser objeto de idolatría, Gregorio Magno apelo que las representaciones de Dios, la Virgen María y de los Santos ayudaban a instruir y rememorar hechos de santidad sin ser a fuerza un objeto de culto.

Para inspirar a la gente a vivir una vida libre de pecado, se contaban y retrataban biografías de santos, hombres y mujeres comunes que eligieron una vida en alabanza de Cristo, y que por lo mismo podían realizar milagros para ayudar a los necesitados. Y vaya que eran milagrosos ya que muchos podían curar al enfermo, expedir demonios, hablar con animales y volar por los cielos… Como los superhéroes de Marvel o DC, pero en vez de trajes de neopreno y licra, con humildes hábitos y sandalias. 

Simone Martini (1284-1344), y Stefano di Giovanni (1392-1451) –mejor conocido como Sassetta–, fueron pintores italianos que durante la época gótica medieval retrataron a numerosos santos, entre ellos a dos súper santos, a los beatos Agostino Novello y a Ranieri Rasini, respectivamente. Con líneas elongadas y fondos dorados, estos artistas representaron las extraordinarias capacidades salvadoras de dos hombres de Dios.

(Fuente de la imagen: Harte con Hache)

Agustín Novello nació a mediados del siglo XIII, en el seno de una familia catalana. Estudió derecho civil y canónico en la Universidad de Bolonia y al terminar su formación, se convirtió en el asesor del rey de Sicilia. Al luchar contra Carlos de Anjou, fue herido y confundido por un cadáver; esta experiencia lo marcó haciéndole ver lo efímero que era la vida. Decidió aislarse viviendo en un convento de la Orden de los Agustinos ocultando su pasado erudito, hasta que tuvo que ejercer como abogado para defender la propiedad del monasterio que quería ser reclamada como propia por otras personas. Al ser descubierto, lo obligan a tomar los votos del sacerdocio y trabajar como abogado del Papa Nicolás IV. En 1300, renuncia a sus cargos y se retira al convento de San Leonardo de Siena para vivir como ermitaño y para hacer labores de caridad en un hospital hasta su muerte en 1309 o 1310.

(Fuente de la imagen: Historia-Arte)

Ranieri Rasini o Raniero de Sansepolcro nació a mediados del siglo XIII en Arezzo. Ingresó al convento de la Orden de Hermanos Menores que había en su ciudad y pasó el resto de su vida en cumplimiento de las misiones de portero y limosnero, misiones que le permitieron estar en contacto con la gente. En vida, era muy querido por los pobladores por sus acciones. Pocos días después de su muerte, el 1 de noviembre de 1304, el ayuntamiento embalsamó su cuerpo y recogió los testimonios de milagros atribuidos a su intercesión. El alcalde construyó un altar monumental en su honor que todavía se puede apreciar en la iglesia de San Francisco. Entre los milagros recogidos por la misma municipalidad se narra la resurrección de dos niños, razón por la cual es considerado abogado de las parturientas.

Los hombres voladores no nacieron con Superman en 1938, nacieron con este tipo de imágenes llenas de imaginación que mostraban hombres buenos que luchaban por la libertad y la justicia y defendían al desvalido. Existe mucha gente que cree que el arte religioso es aburrido y que no vale la pena estudiarlo, pero este post busca enseñar todo lo contrario.

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