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OPINIÓN

El Anatsui y su biografía visual de África

El Anatsui nació en Anyako, Ghana, en 1944, siendo el menor de 32 hermanos. Entre 1965 y 1968, estudió en el Colegio de Arte de la Universidad de Ciencia y Tecnología Kwame Nkrumah en Kumasi, en Ghana central. Desde joven, había adquirido el gusto por hacer figuras en arcilla y tallas en madera siguiendo las tradiciones con las que había crecido, y ha seguido esa línea especializando en escultura.

Desde 1975, ha ejercido como profesor de Escultura en la Universidad de Nigeria en Nsukka. En ese mismo año, se integró también al colectivo Nsukka group, donde varios artistas reviven prácticas tradicionales con diseños y técnicas contemporáneas utilizando pintura acrílica, tempera, gouache, tinta, pasteles, óleo y acuarela, creando una mezcla entre artes primitivas y cubismo.

El Anatsui en 2013 por Chester Higgins Jr. (Fuente de la imagen: The New York Times)

A pesar de que África es un continente tan vasto y lleno de arte y tradiciones, la historia hegemónica ha opacado su cultura. Este continente, para muchos colonizadores, era una tierra de nadie que ofrecía tantos recursos que pedía a gritos ser trabajada por hombres civilizados. Oro, diamantes, maderas, gases, animales, e incluso hombres fueron tratados como un producto mercantil que se debía aprovechar y comercializar. 

La historia colonial de África fue diferente en cada región, pero el racismo fue el mismo. Cualquier forma de expresión cultural se tradujo como artesanías primitivas creadas por seres salvajes e inferiores, que no pertenecían a un museo sino a un gabinete de curiosidades. Muchos objetos de valor cultural tuvieron diferentes destinos: se convirtieron en recuerdos en la sala de un valiente explorador, se catalogaron en diferentes museos abstrayéndolos de su contexto cultural, o simplemente se perdieron por tener posibles connotaciones paganas o posiblemente satánicas.

Wisdom, 1974. (Fuente de la imagen: El Anatsui)

Anatsui, desde su trinchera, ha buscado contar la historia de su tierra y de su África. Sus primeras obras consistían en esculturas de madera cortada con motosierra o quemada con antorchas de acetileno. Cada marca buscaba representar las heridas provocadas durante el colonialismo y por las repercusiones que trajeron las divisiones políticas arbitrarias. Asimismo, experimentaba con símbolos Nsibidi y diseños Uli, ideogramas y diseños del pueblo igbo del sur de Nigeria.

Con la evolución de los tiempos, también ha evolucionado su arte. Actualmente sus obras son grandes tapices metálicos hechos con tiras de aluminio de tapas de botellas, ralladores, viejas placas de grabado y latas. Los materiales, muchas veces provenientes de botellas de ron, muestran el sincretismo del pasado con el presente: el ron fue traído por los colonizadores desde el Caribe y se convirtió en una bebida popular en Nigeria. El hecho de reutilizar productos hace hincapié en cómo personas que viven en extrema pobreza reciclan objetos por necesidad.

Semejantes a un tejido hecho de un telar tradicional llamado kente, estos mantos de grandes proporciones son flexibles y maniobrables con cada interacción, lo que permite que los curadores que montan la pieza sean parte integral del arte creado por Anatsui. El tejido, siempre en movimiento, quiere subrayar la fluidez que se encuentra detrás de los conceptos de consumismo, transformación, medio ambiente dentro de África.

Las connotaciones detrás de la tela son varias: un manto puede cubrir y proteger, pero también puede velar y ocultar. Es una forma de proteger una realidad presente creada por los errores y resultados del pasado de una forma hermosa y visceral de un continente que ha pasado por mucho, y que lamentablemente, sigue sufriendo de tiranías, guerras religiosas, racismo, enfermedades letales y de experimentación de parte de grandes corporativos transnacionales. 

Con su obra, El Anatsui es uno de los artistas más importantes de toda África. A través de una estética con una enorme carga simbólica e histórica, ha podido dar testimonio físico de una narrativa que había sido callada. Con un equipo de más de 60 personas en su taller que ayudan a entrelazar los pedazos de metal con hilos de cobre, su arte le ha valido varios premios y reconocimientos, y la posibilidad de ser expuesto en lugares claves para que su mensaje se vea fuerte y claro como el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, el Museo Nacional de Arte Africano de  Washington, D.C., y​ La Bienal de Venecia, entre otros. 

Artículo originalmente publicado en https://signific.art/

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