24 de junio de 2024 7:18 am
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OPINIÓN

¿Cuál es el plan? | Coyuntura económica y algo más

...el Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030 delineado por la corcholata mayor intenta ofrecer una visión de un México más democrático, justo y equitativo. Si bien algunas de estas propuestas suenan prometedoras, el verdadero desafío radicará en su implementación...

No hay forma de diferenciarse si todo lo que se promete es una copia exacta de lo que alguien ya prometió…

Macraf

En los últimos días, hemos visto cómo la «corcholata mayor» ha realizado una serie de actividades que van más allá de simples promesas de campaña, para posicionarse ya como la virtual presidenta del país. Este cambio de rol ha traído consigo diversas reacciones nada buenas, por ejemplo, el aumento de la volatilidad del tipo de cambio, a pesar de que se anunció que el actual florero de Hacienda continuará en el cargo por algún tiempo más. En este contexto, hay un documento que se volverá crucial en el próximo año: el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2025-2030. Para quienes no están familiarizados con este documento, el PND establece los objetivos nacionales, las estrategias y las prioridades que guiarán las acciones del gobierno en turno. Es esencialmente la hoja de ruta para cumplir con las promesas hechas en campaña y, por tanto, lograr generar mayor bienestar entre la población.

Aun siendo candidata, la corcholata mayor delineó un programa que, en esencia, sigue los principios de su predecesor, aunque promete una serie de reformas y políticas que, según ella, marcarán una diferencia significativa. Aboga por una república democrática, justa y honesta, en la que se garantice la libertad de expresión, de prensa, de reunión, y donde los derechos humanos sean respetados sin recurrir a la represión estatal. Además, promete combatir todas las formas de discriminación, una declaración que resuena profundamente en una sociedad tan dividida como la nuestra.

Otra propuesta es la defensa de los derechos de los migrantes mexicanos en Estados Unidos. Promete respeto a la soberanía nacional mientras se busca una coordinación efectiva con el gobierno estadounidense. Según esto, ahora sí podríamos ver una mayor dinámica y firmeza en la política exterior, lo que resultaría en el fortalecimiento de la posición de México en la arena internacional. En el ámbito electoral, propone fortalecer la democracia participativa a través de medidas que buscan una mayor participación ciudadana y una reducción en los costos de la democracia, lo cual podría resultar en un sistema más eficiente y representativo, siempre y cuando no se entienda como el sometimiento de la autoridad electoral a los deseos del gobernante en turno. Consideremos que el paquete de reformas que presentó el morador de palacio ya ha sido adoptado al 100% por su corcholata y ahí se plantea un INE totalmente sometido.

El compromiso con la transparencia y la lucha contra la corrupción es otro pilar del programa. Se promete un gobierno sin influyentismo, corrupción o impunidad, estableciendo un modelo ejemplar de fiscalización del servicio público. Tal como en su momento lo prometió el propio tabasqueño, sin embargo, basta con voltear y recordar el caso de SEGALMEX para saber que no se cumplió con esta promesa. ¿Será que el próximo gobierno sí decida investigar y castigar a los responsables? Sería algo único que realmente le devolvería la confianza a los ciudadanos en sus líderes. En términos económicos, se mantiene la austeridad republicana, con una disciplina financiera y fiscal estricta, cuestión que no se respetó en este último año de gobierno que trae consigo el mayor déficit en 20 años. Por supuesto, ¿quién mejor para manejarlo que el que lo implementó? De ahí la continuidad del ornato de Hacienda. También prometió la continuidad en la autonomía del Banco de México que, dicho sea de paso, está en la ley desde 1994 y no es tema de discusión, pero lo promete, tal y como lo hizo en su momento el tabasqueño. Además, se compromete a no aumentar impuestos y a combatir la evasión fiscal, de nuevo, tal y como está establecido en este gobierno.

En el ámbito educativo, se compromete a aumentar las becas para estudiantes de todos los niveles, desde preescolar hasta posgrado. Pero no aborda el tema de fondo, ni menciona qué pasará con el entuerto llamado Nueva Escuela Mexicana. En cuanto a la salud, se promete un sistema universal que garantice acceso a servicios médicos, medicamentos y atención de calidad para todos los mexicanos, poniendo como diferenciador la digitalización de los procesos logísticos para mejorar el abasto de medicamentos, pero, hay que partir desde el hecho de que no hay ni siquiera insumos en los hospitales para que los médicos y enfermeras, hagan su trabajo ¿eso como lo resolverán?

En el ámbito de la infraestructura, se destacan proyectos estratégicos como la consolidación del Tren Maya y otros trenes de pasajeros, así como la transición energética hacia fuentes renovables. Salvo lo relacionado con las energías, lo demás es una fiel copia de lo establecido por el gobierno del hijo predilecto de Macuspana.

En buen cristiano, el Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030 delineado por la corcholata mayor intenta ofrecer una visión de un México más democrático, justo y equitativo. Si bien algunas de estas propuestas suenan prometedoras, el verdadero desafío radicará en su implementación y en la capacidad del gobierno para convertir promesas en realidad. De lo contrario, simplemente tendremos el PND 2019-2024 versión 2.0, cuya implementación, igual que el original, estará sujeta a los humores y necesidades de quién gobernará. Ojalá me equivoque, pero lo que veo no es más que continuidad sin cambio alguno y eso contraviene lo que la corcholata mayor pregonó en campaña.

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