27 de julio de 2024 12:58 am
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OPINIÓN

No podemos seguir callados

Según datos de Fundación Freedom, el 60% de la pornografía infantil en el mundo se produce en nuestro país. La inmediatez para producir contenido que facilitan los dispositivos electrónicos que los niños y los adolescentes poseen, es el arma perfecta de los pederastas que son expertos en envolver y cautivar a los menores, y que...

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Carla Roel de Hoffmann

Uno de mis queridos alumnos me invitó a escuchar el testimonio de una sobreviviente de trata, en concreto, del delito de explotación sexual infantil.

El primer paso para resolver un problema es nombrarlo. Reconocer que, según la ONU, el 57% de la población de México es vulnerable a ser víctima del delito de trata es importantísimo para visibilizar el problema y hacer lo necesario para prevenirlo, cada quien desde su trinchera.

La iniciativa de jóvenes como Yosef de invitar a los directores de asociaciones que se dedican al acogimiento y a la reinserción de las víctimas menores de edad para explicar la dimensión del problema es un paso para presentar a otros el tamaño de la tragedia.

La directora de la Fundación Camino a Casa fue muy puntual en cuestionar la normalidad con la que vemos la prostitución en nuestra sociedad. Al contrario de lo que se piensa, una de diez trabajadoras sexuales está ahí de manera voluntaria. Las nueve restantes están siendo explotadas por el tratante, quien las ha destrozado de tal manera, que ellas mismas han dejado de verse como personas. Karla, la valiente sobreviviente que nos compartió su testimonio, fue vendida desde los 12 años en diversos estados de México, obligada a prostituirse hasta con 30 hombres al día.

Ya he hablado en este espacio del uso y abuso de la pornografía. Según datos de Fundación Freedom, el 60% de la pornografía infantil en el mundo se produce en nuestro país. La inmediatez para producir contenido que facilitan los dispositivos electrónicos que los niños y los adolescentes poseen, es el arma perfecta de los pederastas que son expertos en envolver y cautivar a los menores, y que provoca que este delito pase desapercibido en millones de familias que no saben que sus hijos son víctimas de explotación sexual. Las redes sociales con servicio de streaming se usan para compartir contenido sexual en tiempo real que el tratante comercializa y del cual queda poco rastro una vez que se terminó la transmisión.

Otro punto que considero importantísimo recordar es que los adolescentes son menores de edad. No podemos normalizar la explotación sexual de niños mayores de 12 y menores de 18 años. La hipersexualización no solo afecta a los menores de 12 años, sino a todos esos adolescentes que, queriéndose comer el mundo y aparentar lo que no son, se presentan como objetos sexuales dispuestos a ser explotados.

No puedo más que invitarte, querido lector, a quitarte la venda de los ojos. Por ti, por tus hijos, por los menores de edad del mundo. La trata con fines de explotación sexual es una realidad que está más cerca de lo que te imaginas. Es un delito que no respeta edad ni condición socioeconómica. Un hombre que paga por sexo, no es hombre. El uso y abuso de la pornografía es una adicción que hemos de reconocer como un problema de salud pública. De suyo, es violenta. Su consumo lleva a relaciones sexuales violentas, a cosificar a la persona y a usarla para el propio placer. No, no te da experiencia sexual consumirla, de la misma manera que observar un banquete al través de una pantalla, no te nutre.

Recuerda, la indiferencia y el silencio te hace cómplice.

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