Los resultados del llamado “Super Martes” oficializaron lo que se esperaba desde el año pasado: Donald Trump y Joe Biden buscarán nuevamente ganar la presidencia de Estados Unidos el martes cinco de noviembre. Sin contrincantes -pues se espera que Nikki Haley anuncie hoy la terminación de su campaña- el resto del proceso de las elecciones primarias será una formalidad hasta que las candidaturas se hagan oficiales al final de las convenciones de ambos partidos, la de Trump en Milwaukee, el 18 de julio, y la de Bien en Chicago, el 22 de agosto.
El concepto del Super Martes se acuñó luego de que para las elecciones primarias de 1988, 21 estados -la mayoría de ellos del sur- se organizaron para realizar sus votaciones el mismo día, tratando de encontrar un candidato más moderado. Desde entonces, es el martes, a principio de marzo, cuando se llevan a cabo el mayor número de elecciones en diferentes estados. Este año, 16 estados, participaron en el día en que se disputa la mayor cantidad de delegados para ambos partidos, incluyendo a los dos más importantes: California y Texas.
Con los resultados de esta jornada, Trump tiene el apoyo de 995 delegados republicanos de los 1,215 que necesita para asegurar la nominación presidencial de su partido, mientras que Biden cuenta con 1,497 de los 1,968 delegados que requiere. En caso de que Haley anuncie su apoyo a Trump una vez que haga oficial la terminación de su campaña, éste obtendría también los 89 delegados que ha ganado quien fuera la representante de Estados Unidos ante las Naciones Unidas durante el gobierno de Trump. De lo contrario, dichos delegados tendrían la libertad de ofrecer su apoyo durante la convención en Milwaukee a quien cada uno decida.
Aunque Biden no ha tenido un contrincante en el proceso de nominación de los demócratas, ha llamado la atención que en la mayoría de los 20 estados en que se han celebrado elecciones primarias demócratas hasta el momento ha habido al menos un 15% de los votantes que han marcado “sin preferencia”. Esto refleja la opinión de un sector muy importante dentro del partido Demócrata que está en contra de la manera como Biden ha manejado el problema en Gaza y otros temas, más allá de las críticas sobre su edad.
Poco después de las once de la noche, Trump dio un mensaje desde su residencia en Florida, en el que dio a conocer los temas y el tono de su campaña. Y como se esperaba, la inmigración será el más importante, colocando a México como la fuente de personas, que dijo, llegan por miles todos los días a Estados Unidos a matar, robar y violar. No dijo que presionó en febrero a los legisladores republicanos a desechar la propuesta de ley sobre inmigración más importante desde 1986.
Trump dijo que continuará la construcción del muro fronterizo, aunque hace cinco años, fue “muy sencillo convencer” a López Obrador de asignar más de 20,000 soldados a la frontera. Pero que al final del día, la única solución viable es el cierre de la frontera, aunque no mencionó los problemas que dicha medida podría generar para la economía estadounidense, en particular cuando nuestro país se ha convertido en su principal proveedor.
En su mensaje, Trump definió a los Estados Unidos como un país del que se ríe el resto del mundo, que no lo respetan y cuya economía se encuentra en una crisis. En este contexto, se podrían justificar las medidas proteccionistas que ha anunciado, como el aumento general del 10% a todos los aranceles, una eventual salida de su país de la Organización del Tratado del Atlántico del Norte, así como una postura más agresiva hacia el resto del mundo. Sin embargo, Trump parece no considerar los espacios políticos que dichas medidas ofrecerían a China, Rusia e India y los conflictos que acompañarían a una transición en estos términos.
La conclusión más importante, luego del mensaje de anoche de Trump, es la necesidad que tiene México -ahora mucho más que antes- de restablecer una política proactiva en Washington, que ayude a mitigar los ataques que irán aumentando conforme se acerque el cinco de noviembre y que genere una plataforma de apoyo ante las posturas cada vez más radicales de los republicanos de la cámara baja.
A Estados Unidos no le conviene un gobierno que aliente la migración en México, pero a México tampoco le conviene un gobierno en Washington que promueva el cierre de la frontera. Y hay que considerar que la revisión del TMEC será en junio del 2026, cuando los republicanos controlarán al menos una de las dos cámaras del congreso.