26 de julio de 2024 9:24 pm
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OPINIÓN

El hambre: entre luchas silenciadas y promesas vacías

Debemos elegir a aquellos que verdaderamente demuestren un compromiso genuino. Cada voto cuenta, cada decisión puede marcar la diferencia en la vida de quienes más lo necesitan. Por ello, debemos informarnos, reflexionar y votar con convicción...

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Por María Fernanda Rubio Ruiz


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El hambre acecha como un feroz lobo con apetito insaciable, a la espera de su presa. No perdona, ni persevera; desgarra el tejido social de una nación inmersa en una realidad taciturna, imposibilitada de progresar. No hay tregua para el hambre, no aguarda por las manos torpes de la política ni se doblega ante las injusticias del mundo. ¿Acaso entiende de discursos retóricos y promesas vacías? No. El hambre no espera. Hiere, desangra y mata.

En el tejido social de México, el 34% de la población se encuentra bajo la penumbra de la inseguridad alimentaria, una sombra que se cierne sobre la mesa de cada hogar, sobre los rostros de quienes luchan a diario. A nivel global, nacen treinta y tres niños y niñas por minuto bajo las garras del hambre, condenados a librar una batalla perpetua de desigualdad. Pero ¿cómo alzar la voz en medio del silencio ensordecedor que nos envuelve? ¿Cómo sanar las heridas abiertas de una sociedad desangrada por la negligencia y la indiferencia?

En medio de esta dolorosa escena, en tanto las tinieblas del hambre se extienden como un manto oscuro sobre nuestra tierra, las y los candidatos se enredan en un combate de intereses, donde la única brújula que siguen es la de sus propias ambiciones. Mientras miles de madres y padres luchan por llevar un plato de comida a su familia, mientras las y los niños claman en silencio por un futuro digno, las miradas de aquellos que buscan recuperar o conservar el poder, se desvían hacia horizontes egocéntricos. En la desesperación por conseguir votos, olvidan lo que realmente es importante. Resulta evidente que en su afán por el poder, ha perdido el rumbo de su verdadera misión: servir a su nación.

El hambre es una tragedia silenciosa, una herida abierta en el corazón de nuestra sociedad. El hambre, cruel tirano, no puede ser el destino de nuestra gente; ni la indiferencia política la sentencia de nuestros niños y niñas. Debemos recordar que el verdadero poder reside en nuestra capacidad de luchar por un mañana más justo y humano, y eso empieza con nuestro compromiso activo, con nuestra participación constante y con nuestra solidaridad permanente. Es la acción colectiva donde encontraremos la fuerza para derribar los muros de la indiferencia.

Parte fundamental de este compromiso es ejercer nuestro derecho al voto de manera consciente y responsable. Investigar a las y los candidatos, conocer sus propuestas y antecedentes, es una responsabilidad que no debemos tomar a la ligera. Debemos elegir a aquellos que verdaderamente demuestren un compromiso genuino. Cada voto cuenta, cada decisión puede marcar la diferencia en la vida de quienes más lo necesitan. Por ello, debemos informarnos, reflexionar y votar con convicción por quienes realmente representen nuestros valores y nuestras aspiraciones de justicia y equidad.

Querido lector y lectora, este domingo, 2 de junio, salgamos a votar de manera informada, para ser la voz de aquellos que no pueden alzarla por sí mismos.

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