Cecilia González Michalak
A lo largo de los siglos, muchos filósofos y grandes pensadores han rechazado las pasiones para darle prioridad a la razón. Esto, porque la razón se convierte en la parte que distingue al hombre de los impulsos animales. Pareciera, bajo este constructo, que una persona que se separa por completo de sus emociones para seguir únicamente lo que le dicta el cerebro se convertiría en un iluminado superpoderoso que habría alcanzado el Nirvana intelectual.
Lamentablemente, y hablando desde la ciencia –específicamente la neurociencia–, un cerebro incapaz de sentir es un cerebro incapaz de decidir. Un ejemplo de esto fue el paciente “Elliot”, un hombre ejemplar que a la hora de que le extirpasen un tumor cerebral empezó a tener un comportamiento extraño, a tal grado que la disyuntiva de firmar un documento con una pluma de tinta negra o azul se había vuelto toda una pesadilla.
El neurólogo António Damásio se convirtió en su doctor en 1982. Haciendo varios estudios descubrió que Elliot seguía con su misma capacidad cognitiva y su cociente intelectual habitual. El problema residía en que, tras su paso por el quirófano, se convirtió en alguien incapaz de sentir ninguna emoción. Tras estudiar el caso de Elliot y de otros pacientes con daños similares en la corteza orbitofrontal, Damásio publicó el libro El error de Descartes en el que concluye que sólo cuando conectamos los sentimientos con el pensamiento consciente podemos tomar decisiones, desde las más triviales, hasta las más importantes.
The Awkward Yeti, personaje que impersona al artista Nick Selik en un mundo de trazos y color, es un abominable hombre de las nieves llamado Lars que cuenta con ansiedad, ataques de pánico y con el increíble don de saber qué conversaciones tienen sus órganos entre sí. Su lengua es una hedonista manipuladora que siempre quiere comer, su estómago es un ente muy sensible, y la adorable vesícula siempre trata de regalar piedras que ella misma ha hecho a modo de obsequio. Las discusiones internas que más se dan son las de su cerebro y su corazón, los órganos y personajes principales de los cómics de Selik.
El corazón siempre busca la aventura, se disfraza de Batman y adora ver gatitos. El cerebro busca ser responsable, convertir a Lars en un adulto ejemplar y sobrepensar las cosas. Nick Selik que estudió Psicología, al final retrata de manera exquisita e identificable al yo, al ego y al superyó, con la dicotomía de elegir entre el intelecto y las pasiones, pero entendiendo que al final, son un equipo ya que la razón no existe sin emoción.
Blaise Pascal decía que “el corazón tiene razones que la razón no entiende” y a través de estas viñetas la gente puede identificarse con estos órganos. Hay veces que queremos dejar todo para perseguir sueños imposibles, pero la razón nos aterriza; hay veces que damos demasiadas vueltas a un problema, pero el corazón nos dice que todo estará bien. Los libros de Heart and Brain, al final, nos dan filosofía en pequeñas dosis, para pensar, sentir y sonreír.
