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OPINIÓN

Quien no conoce su historia…

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Niels Rosas Valdez

En medio de una inestabilidad política acentuada en los años anteriores, Italia celebró elecciones generales el pasado domingo. No hay duda de que estos comicios marcan una nueva etapa para los italianos, y no precisamente por una simple transición política, sino por razones de gravedad. ¿Qué impactos pueden generar las recientes elecciones y cuál es el devenir del país mediterráneo?

Tras una profunda inestabilidad política que forzó a tener varios primeros ministros en el actual periodo constitucional, los italianos celebraron elecciones generales que han cambiado la configuración política del país. El gobierno saliente es el de la coalición liderada por Luigi Di Maio y Giuseppe Conte, de Movimento Cinque Stelle, un partido de centro. Incluso así, varios políticos de derecha y extrema derecha lograron colarse en el gobierno de coalición, entre ellos Matteo Salvini, de la Lega Salvini, anteriormente llamada la Lega Nord.

Luego de varios años empujando en la política italiana, los partidos y políticos de derecha y extrema derecha han logrado obtener más y más apoyo por parte del electorado, sobre todo a raíz de las narrativas populistas enmarcadas en el contexto de la crisis migratoria generada por la Guerra Civil de Siria. Hoy, esos discursos han capturado a una importante sección de la población de Italia y el resultado ha sido el soporte hacia la extrema derecha, materializada en Giorgia Meloni, quien se convertiría en la primera mujer en ser primera ministra del país.

Lo que ha acontecido en Italia es serio y un foco rojo en múltiples sentidos. La victoria de Meloni, lideresa de Fratelli d’Italia, de este pasado domingo significa el arribo de la extrema derecha para dirigir a la nación desde el Palazzo Chigi. La última vez que esta posición política se había instaurado para gobernar al país había sido en 1922 tras la infame “marcha sobre Roma”, en la que Benito Mussolini se perpetró en el poder con su Partito Nazionale Fascista; el resto es historia, una que quizá olvidaron los italianos.

Preocupa enormemente que los italianos hayan volteado a ver una vez más a la extrema derecha, sobre todo cuando tienen una lamentable mancha indeleble en su historia con esa posición del espectro político. Además de los incontables males que trajo la extrema derecha a Italia, la última vez que se estableció en el gobierno formó alianzas con otros regímenes totalitarios como el de la Alemania nazi y el del Imperio japonés, conduciendo al país al conflicto bélico más grande y terrorífico de la historia de la humanidad.

En 1922 la marcha del ejército fascista estableció, a través de modos ajenos a la democracia, a un dictador en Italia e instauró un Estado unipartidista que coartó las libertades y dañó severamente a la sociedad italiana. Hoy en día, un siglo después, no se necesitó de otra marcha sobre Roma para otorgarle el gobierno del país a Meloni; ella ha llegado al poder por la vía democrática con el apoyo directo de la menos un cuarto de la población italiana y el impulso de otros partidos de la extrema derecha.

Es cierto que son dos momentos con dos contextos diferentes, pero pueden albergar características y resultados similares. Por lo pronto, por un lado, un tema fundamental es la relación que pueda tener el nuevo gobierno con la Unión Europea (UE). Los partidos de extrema derecha que forman la coalición liderada de Meloni se caracterizan por ser nacionalistas, populistas y euroescépticos duros, elementos que no abonan en la cooperación en múltiples áreas que necesita Bruselas, por lo que se prevé que Italia pueda ser la nueva Hungría del conglomerado europeo de naciones.

Por otro lado, y este punto es quizá más crucial por la situación tan delicada en el este de Europa, ninguno de los tres líderes de los partidos de la coalición vencedora (Meloni, Salvini y Silvio Berlusconi) se ha mostrado más activo en la condena hacia Rusia por la guerra. Los tres, en menor o mayor grado, tienen cercanía con Vladimir Putin y eso puede conllevar a un severo conflicto de intereses tanto en Roma, como en Bruselas. Es un panorama delicado, puesto que la comunidad internacional ha sancionado enérgicamente a Moscú de la agresión hacia Ucrania, y si Italia, uno de los países más poderosos en la UE, no mantiene su rechazo a la invasión del Kremlin, el conflicto bélico en el Donbás puede tornarse más delicado.

Artículo originalmente publicado en www.lalupa.mx

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