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OPINIÓN

De la Ficción a la Realidad

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Jaime Tbeili Benpalti

En 2008 el mundo pudo observar como un criminal en una de las ciudades más importantes de Estados Unidos metía a un grupo de prisioneros en un pequeño barco y a un grupo de ciudadanos normales en otro. Desconectados por completo de tierra firme, cada una de las embarcaciones estaba cargada con bombas listas para estallar en cualquier momento. Saltar del barco no era una opción, pues si una sola persona trataba de salir, explotaban ambos barcos.

Solo había una forma de salvarse: cada uno de los barcos tenía el botón para explotar al otro. Es decir, si los ciudadanos mataban a los prisioneros su barco se salvaba y viceversa. Había poco tiempo para decidir: el criminal amenazó con detonar ambas bombas a las 12:00 si nadie tomaba una decisión.

Afortunadamente, todo eso fue simplemente parte de la trama de una extraordinaria película: “The Dark Knight”. Durante esas escenas de la película podemos ver un gran debate acerca de que debería de hacer cada grupo. ¿Tenían los ciudadanos el derecho a condenar a los prisioneros? ¿Incluso sabiendo que tal vez algunos de ellos eran inocentes? ¿Sería justo que los prisioneros inocentes tomarán venganza por su tiempo en la cárcel matando a los ciudadanos? ¿Todos serían considerados culpables o solo quien presionara el botón? ¿Debían de dejarse matar para salvar al otro barco?

Por obvias razones, nadie quiere una situación en la que tengamos que traer ese debate a la vida real. Sin importar cuanta curiosidad tengamos, no sería conveniente ver los resultados de un experimento así. Sin embargo, la película nos permitió analizar una situación éticamente muy compleja, donde la decisión para las partes involucradas no era nada sencilla. Es un ejemplo de un experimento mental. Nos preguntamos que pasaría dentro de ciertas situaciones sin tener que vivirlas.

Este tipo de experimentos mentales llevan existiendo al menos desde la época de Platón, pero probablemente el más famoso de la historia es el dilema del tranvía. Nos plantea una situación en la que un tren va a matar a cinco personas a menos que decidamos desviarlo y activamente matar a una. El dilema parece sencillo al principio, pero se puede complicar añadiendo cada vez más características. (Algunos ejemplos interesantes se encuentran en esta página: Absurd Trolley Problems).

Los experimentos mentales son una parte central de la filosofía y hoy como nunca contamos con una fuente casi inagotable de experimentos mentales en películas y series con personajes cuyas habilidades no solamente deberían de empujar los límites de la realidad, sino también de la ética.

Desafortunadamente, el contenido de ciencia ficción se ha quedado cada vez más al margen de los cuestionamientos filosóficos. Se ha creado una imagen o una percepción de que es contenido infantil, no material para este tipo de preguntas. Desde su concepción, estos personajes estaban diseñados para llevarnos a estas preguntas. Es un despropósito que ya no suceda de la misma forma. Y es que incluso cuando esas preguntas puedan sonar fantásticas, cada vez lo son menos y no es difícil acercarlas a la realidad.

¿Sería ético que Flash compitiera en las Olimpiadas? ¿Sería ético prohibírselo? ¿Qué tan responsables son los superhéroes del daño colateral que causan salvando vidas? ¿Qué implicaciones tendría para las religiones monoteístas la existencia de personajes como Thor o Loki? ¿Sería correcto poder modificar el ADN de una persona para darle habilidades especiales? ¿Y para quitárselas? ¿Las personas con superpoderes deberían de ser tratadas de manera diferente o tener diferentes derechos/obligaciones?

Esas últimas tres preguntas se tomaron como punto de partida para la creación de los X-Men, un grupo de personajes que trataron de darle sentido a los miedos y prejuicios raciales que produjeron el holocausto en el siglo pasado. No pido mucho, solo digo que veamos estas películas con ojo crítico y mente abierta. Pensar en estos experimentos es mucho mejor que tener que vivirlos.

Y si quieren saber que paso con los barcos, vayan a ver la película.

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