Desde que en 1993 se instituyera la cumbre anual de líderes del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC por sus siglas en inglés), muy pocas reuniones habían generado tantas expectativas como la que se celebró la semana pasada en San Francisco. Desde la perspectiva mexicana, el encuentro entre Joe Biden y Xi Jinping -su segunda entrevista presencial desde que Biden ocupa la presidencia de Estados Unidos- hizo considerar escenarios sobre una posible reducción en los aranceles que ambos países aplican a los productos importados de la otra nación desde el 2018, y el anuncio de las reuniones de López Obrador con Biden y Xi Jinping propiciaron una enorme cantidad de especulaciones sobre los compromisos que se pudieran derivar de dichos encuentros.
Los acuerdos más importantes de la reunión de cuatro horas entre Biden y Xi Jinping fueron la reanudación de la comunicación bilateral en aspectos militares y la cooperación para tratar de detener la producción de precursores para la elaboración de fentanilo. Aunque Biden dijo que ambos mandatarios acordaron tomar el teléfono en caso de necesitar hablar el uno con el otro, no hubo ningún anuncio sobre las relaciones comerciales entre ambos países. Esta situación favorece a México, que se ha convertido en el principal proveedor de Estados Unidos, a raíz de los aranceles aplicados a los productos chinos.
Por otra parte, en el marco de la cumbre, se reunieron los países miembros del Marco Económico Indo-Pacífico (IPEF en inglés) para tratar de acordar el texto final. El IPEF es un acuerdo propuesto por Biden el año pasado para promover el comercio y la inversión entre Australia, Brunéi, Corea del Sur, Estados Unidos, Fiyi, Filipinas, India, Indonesia, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur, Tailandia y Vietnam y servir de contrapeso a la influencia de China en esa región, aunque no incluye acceso preferencial al mercado estadounidense, como lo proponía su antecesor el Acuerdo Trans Pacífico (TPP), que canceló Trump.
Sin embargo, la reunión concluyó sin alcanzar un acuerdo sobre las disciplinas comerciales del tratado, lo que representa un revés para el gobierno de Biden. Este es un acuerdo que ha generado mucha polémica porque, aunque incluye temas nuevos, como generar condiciones para no afectar a las cadenas productivas y la promoción de tecnologías limpias y con energías renovables, la falta de un capítulo sobre acceso al mercado genera dudas sobre el compromiso de los países miembros por implementarlo correctamente.
A pesar de que inicialmente López Obrador había declinado asistir a la cumbre, argumentando la presencia de la presidenta de Perú, Biden insistió para tener un encuentro bilateral y tratar el control de la migración ilegal y el combate al fentanilo y a otras drogas. Aunque el comunicado del gobierno mexicano no menciona los detalles de la reunión del viernes 17, el comunicado de la Casa Blanca indica que ambos países acordaron diversas medidas para continuar la lucha contra el tráfico de drogas y en particular del fentanilo, con la colaboración de Canadá y de otros gobiernos. En esta ocasión, México no hizo ninguna declaración afirmando que en nuestro territorio no hay producción de fentanilo o para desmentir las declaraciones del gobierno estadounidense.
El jueves 16, López Obrador tuvo su primera reunión presencial con Xi Jinping. Mientras que el gobierno mexicano no ofreció ningún detalle sobre la entrevista, el gobierno chino informó sobre su interés por aumentar sus inversiones en territorio mexicano, en particular en la fabricación de vehículos eléctricos, tanto por su vecindad con Estados Unidos, como por las enormes reservas de litio en el norte del país, así como en la construcción de infraestructura. Este es un tema muy delicado, pues Estados Unidos no ve con buenos ojos las inversiones chinas en México y en Canadá, lo que ha generado diversas fricciones en los últimos doce años.
López Obrador también se reunió con el Primer Ministro canadiense Justin Trudeau, pero ninguno de los dos gobiernos dieron detalles sobre la entrevista.