El 7 de octubre del año pasado, terroristas de Hamas invadieron Israel y cometieron una masacre indescriptible. Además, secuestraron a alrededor de 253 personas – bebés, niños, mujeres y ancianos. El gobierno israelí dice que, a la fecha, cerca de 130 rehenes siguen en cautiverio. Los testimonios de los liberados son desgarradores.
Esta situación lleva más de 200 días. No quiero pensar lo que han vivido las personas que siguen privadas de su libertad. Las pocas imágenes propagandísticas que los terroristas han compartido, son desoladoras. No imagino el infierno que viven las familias y los seres queridos de aquellos que no estuvieron para celebrar la Pascua y que llevan esperando que las negociaciones de liberación den resultado.
En teoría, debería estar estudiando. Tengo que entregar una apelación para mi clase de Procesos de nulidad matrimonial, estudiar para el examen Jurisprudencia y praxis en el proceso de nulidad matrimonial y para el de Claves de interpretación de la jurisprudencia rotal. Pero no puedo quedarme callada ante lo que sucede en las universidades de los Estados Unidos de América.
Sé que mucha de la información que reciben proviene de las redes sociales, pero les aseguro que no todo lo que ven y escuchan es cierto. La propaganda y las ideologías buscan mover las emociones y obnubilar la razón. Deténganse a pensar si los “valores” que defienden, son verdaderos valores. Si los “argumentos” que les han presentado son razonados o si ya de plano, sólo mueven la entraña.
Queridos manifestantes, se vale estar en contra de las políticas que los gobiernos implementan para defender su población y su territorio. Se vale movilizarse para hacerle saber a quien detenta el poder que se rechazan las decisiones que han tomado frente actos terroristas o de otros gobiernos. Se vale salir a las calles para hacer saber el descontento general ante el propio gobierno.
Lo que no se vale y es reprobable es generar más violencia. Bajo ninguna circunstancia, se justifica violentar a aquellos que no sienten, no piensan, no creen o no se ven como ustedes.
Hace casi cien años, actitudes como las de ustedes, exacerbadas por un sistema político nacional-socialista y lidereadas por un hombre carismático y patentemente malo, nos llevaron a las peores atrocidades que hemos vivido como humanidad: el Holocausto.
No encuentro razones para que los miembros de la comunidad judía, en el mundo, tengan miedo, un miedo fundado a ser atacados por las decisiones que está tomando el Primer Ministro de Israel. La irracionalidad del ataque me tiene anonadada, como lo hizo, en su momento, la invasión ordenada por el asesino ruso a Ucrania.
Sé que nadie aprende en cabeza ajena, pero, ¡cómo es posible que no hayamos aprendido nada de las atrocidades que se vivieron en el siglo pasado y que están ampliamente documentadas! ¡De los horrores de los genocidios y de las guerras que han sucedido en este siglo!
Fomentemos el diálogo entre los que pensamos, sentimos, rezamos y nos vemos diferente. Querido lector, te invito a ver en el otro a uno igual en dignidad a ti. Alguien que merece ser escuchado, comprendido, acogido y respetado. Así como violencia genera violencia, la paz contagia paz.